Días pasados se celebró en la ciudad vasco francesa de Biarritz el G7, que supuso un blindaje de la misma por tierra mar y aire, con un bloqueo policial de 20.000 agentes durante más de dos días, para velar por la seguridad de los líderes internacionales. Llamó la atención el recorte de libertades durante ese periodo (prohibido el acceso de personas, coches, camiones) a ambos lados del paso fronterizo, con las quejas que expresan los medios de comunicación y algunos partidos políticos cuando la clase trabajadora lleva a cabo sus huelgas reivindicativas.
Los puntos estratégicos en la cumbre fueron, dado el contexto internacional, la guerra comercial entre China y EEUU, los incendios de la Amazonía, la cuestión nuclear iraní, el Brexit, los disturbios en Hong Kong y el estancamiento económico que se anuncia en la UE que hace prever un otoño caliente. Pero de todos es sabido que el G7 culmina sus reuniones con una declaración de intenciones y ningún acuerdo vinculante.
Macron sorprendió a Trump con la llegada, casi sin anunciar, del canciller iraní Zariff, en un intento de desbloquear la situación creada por el mandatario norteamericano, tras el abandono unilateral del acuerdo nuclear con Irán de hace un año. Trump desea aplicar la máxima presión a Irán con sanciones para estrangular su economía. Política con la que los miembros del G7 no están de acuerdo porque estiman que creará más tensión a la ya existente en Oriente Medio. Los resultados de estas conversaciones están por ver.
Trump y Johnson tuvieron un desayuno de trabajo, en el que el presidente de EEUU, le prometió a su homólogo inglés que la salida del Brexit de la UE, traerá grandes ventajas a Inglaterra, ya que entre ambos países se establecerá un comercio bilateral. El mandatario de EUU auguró que Gran Bretaña volverá a recuperar su soberanía de la UE y su lugar en el mundo. Estrecharon lazos al margen de la comunidad europea.
Puntos tan importantes, como el calentamiento global, la deuda pública que atosiga a muchos países, el aumento de la riqueza de una minoría privilegiada a costa del incremento de la pobreza, la política de emigración, que la UE ha demostrado su falta de interés para resolver, quedaron al margen de la cumbre.
Aunque el G7 propugna que son encuentros para favorecer políticas de igualdad, y erradicar la pobreza, nada más lejos de la realidad. El mundo es cada vez más desigual y como resultado de las políticas que llevan a cabo los gobiernos que se han reunido en la cumbre de Biarritz y de sus homólogos anteriores. Los desequilibrios económicos no han surgido de la nada. Las cumbres del G7 y las ampliadas como el G20 son cortinas de humo para poner una lente de miopía a la ciudadanía ante los auténticos problemas globales.
Macron, reinó durante dos días en Biarritz, de Trump no se obtuvo ningún compromiso, Johnson, como político imprevisible que es, puso el candado al parlamento más antiguo de Europa a su vuelta de la cumbre, la líder alemana, Merkel, estuvo desdibujada ante la recesión que se abre en su país y que se teme arrastrará a la UE. El resto de los siete magníficos, poco se hicieron notar.
Acabado el G7 finalizó la sobreexposición de quienes tienen poder en el mundo de la representación, porque detrás de estas cumbres está el poder real, el de las grandes empresas financieras e industriales, donde organismos como el FMI y el BM están al servicio del gran capital, que con su enorme poder presionan a los diferentes gobiernos para que realicen las políticas neoliberales, con las que tantos beneficios obtienen las multinacionales y potencias económicas, a costa de la austeridad permanente, la reducción del gasto social y la precariedad en el trabajo.
El G7, cumplió su papel y remató la cumbre con un acuerdo de intenciones en el que expresaba “que está comprometido con el comercio global y justo y la estabilidad de la economía”. Palabras que no convencieron a las más de 15.000 personas que acudieron al paso fronterizo de Irún/Hendaya, ante la imposibilidad de entrar en Biarritz, para protestar contra las políticas de los mandatarios internacionales.