Los niños de corta edad se sorprenden por todo, a los 3 meses dejan caer al suelo la pelota y todo lo que encuentran y miran sorprendidos como caen, a los 3 años empiezan a preguntar, por qué la jirafa tiene el cuello tan largo, por que las hormigas hacen caminos por el suelo por donde andan siempre cargadas, hacen preguntas desconcertantes que muchas veces no sabemos responder.
Los niños tienen curiosidad, se sorprenden de lo que van descubriendo y quieren saber el por qué de las cosas.
Con los años perdemos la capacidad de sorprendernos, todo nos parece conocido aunque sea novedoso y no tenemos excesivo interés en saber por qué pasan las cosas.
No nos sorprende que en la plantita del tiesto salgan flores de colores muy vivos que desprenden un olor muy agradable, no nos preguntamos cómo es posible, cómo se han podido sintetizar los atractivos pigmentos de las flores y el perfume que desprenden, sin marmitas, retortas ni alambiques.
No nos sorprende que con un simple móvil provisto de GPS, de los modernos, podamos saber las coordenadas de donde estamos, lo que era tan difícil a nuestros antiguos navegantes, especialmente saber el meridiano.
Preguntar estas cosas parece de paletos. ¡Las cosas son así!
No nos sorprendemos que en una sociedad opulenta, en la que muchos hacen alarde de su riqueza, otros hombres y mujeres tienen que dormir en la calle en invierno porque no tienen una casa.
No nos sorprende que en un momento que se ha alcanzado un nivel científico y tecnológico que era impredecible hace unos años, ahora se derrumbe la economía, ahora se dispare la pobreza, ahora ya es un problema la desnutrición de muchos niños de España. ¿Ha sido el sunami o el castigo de los dioses?
Si fuéramos niños nos hubiéramos preguntado el por qué, ahora ya mayores, tendemos a asumirlo con resignación o con rebeldía pero sin preguntarnos qué ha pasado, cómo ha sido posible que nos haya caído encima esta crisis.
Los más inquietos preguntan y entonces algún listo de prestigio nos contesta que han sido las sub-prime, nuestro despilfarro… Todas estas respuestas son palabras, no son un razonamiento convincente pero nosotros ya no preguntamos más, nos callamos y seguimos como podemos.