Empezamos un nuevo curso arrastrando desde hace años una crisis dramática con más de seis millones de parados sin perspectivas de encontrar trabajo, con más recortes presupuestaros en servicios esenciales como sanidad, educación, prestaciones sociales y, ahora, las pensiones, con una grave crisis de credibilidad de los partidos que están envueltos en tramas de corrupción y con una economía en recesión que no remonta aunque algunos vean brotes verdes no se sabe muy bien donde.
Volveremos a ver que se llenan las calles con manifestaciones convocadas por las mareas y plataformas. Son la expresión del clamor de una sociedad que no se resigna a caer en la pobreza y la desesperanza mientras que unos pocos amasan fortunas.
Además, ya están programadas para este curso las elecciones europeas en el próximo mes de mayo. Hay que elegir a los diputados del Parlamento europeo para un período de cinco años.
En las anteriores elecciones europeas la sociedad mostró poco interés en participar. Hay la impresión que eso de Europa queda muy lejos. Se conoce mal la compleja estructura de la Unión Europea (UE) y no nos damos cuenta que España ha hecho cesión de muchas de sus funciones importantes a esta UE.
La UE nos marca las directrices de la política monetaria, de la política presupuestaria, de economía, de las relaciones laborales y de muchos otros temas que inciden en nuestra vida como las prestaciones sociales.
El Parlamento europea que se elegirá en las próximas elecciones participará en la elección del presidente del Consejo europeo (CE), el órgano ejecutivo. Este hecho es muy importante.
La UE está imbuida por la mentalidad neoliberal pura y dura y el actual Parlamente europeo está dominado por los partidos de derecha afines a la política neoliberal. Tenemos que lograr que en las próximas elecciones los partidos que priorizan los intereses de los ciudadanos sean mayoritarios y se puedan enfrentar a los grandes grupos financieros impulsando unas nuevas directrices políticas y económicas profundamente sociales.