ENTRADA DEL ATENEO EL DÍA 1 DE AGOSTO DE 2021, CON LA RESTAURACIÓN DE LA HERRERÍA ARTÍSTICA DE SU PUERTA.

Este 1 de agosto, pasee por primera vez en año y medio por el centro de Madrid. Toda una aventura después del confinamiento y de las alarmas que con motivo de la pandemia nos afectaron.

Cuando pasé en la calle del Prado por la puerta del Ateneo, que ya parece que estaba libre de obras, se me ocurrió mirar hacia arriba de la fachada y las ví. Allí estaban de nuevo tras más de 80 años de espera. Desde el año 1986 que retorné a la tierra dónde nací, pasé reclamando de múltiples maneras, y todas ellas de buen talante, la reposición y restauración de la herrería de la puerta principal.

Presentaciones de libros, actos históricos, tertulias republicanas, y otros movimientos culturales, me sirvieron para reclamar y denunciar ante los asistentes, entre los que se incluían los próceres de dicha institución, la perfidia del fascismo y de su jefe de filas, general Franco, que utilizó el Ateneo para sus fines y no para la cultura y la divulgación de las mejores ideas políticas y económicas, que acreditaban su fundación. En su aberración cultural, si se puede llamar cultura la difusión de las ideas, pobres y nefastas, de corte fascista, lo primero que se le ocurrió fue serrar la herrería de la puerta principal y quitar un determinado número de estrellas de cinco puntas, que figuraban en la decoración, argumentando que eran símbolo del Ejército Rojo. Resulta que en la casa de la cultura comenzar por una aberración tal, ya que como es sabido, esta Institución ateneística, era anterior a cualquier símbolo de la Revolución soviética, simplemente fijándose en el año de su construcción.

Pero claro, pensar, no era el símbolo del fascismo. Fíjense ustedes, que la escalera principal del Ateneo que va de la Cacharrería al piso superior de la Biblioteca y de la sala de lectura de periódicos, así como el acceso a salas de reunión, lleva multitud de estrellas de cinco puntas, en la decoración de la barandilla de esa escalera. Se conoce que las estrellas de dentro no representaban ningún partido, institución o bandera, y las de fuera sí. Difícil de entender.

El hecho, y ya es hora de revelarlo, es que lo que me produjo gran satisfacción y alegría es ver ocho estrellas de cinco puntas de nuevo en la puerta de la fachada. La Memoria había triunfado y se puede decir que nuestra lucha no ha sido en balde. Si bien es cierto que los fierros con que están hechas han resultado ser más finos que los originales, pero también es verdad, que ahora se podrá decir que la explicación es que aquello que destruyó un general dictador, inculto y prepotente, ahora es devuelto al pueblo que no se ha merecido tanta infamia.

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