La muerte de Mandela, como recordaba él mismo hace apenas unos meses,
«es algo inevitable»; lo que no quita que el mundo estuviera preparado
para ello. Madiba, Mandela, el héroe negro, era la figura viva que
mantenía unos ideales, unos valores y unos principios que, con su
muerte, tenemos la obligación moral de perpetuar y defender.
«El avance nunca es el resultado del esfuerzo individual, se trata
siempre de un esfuerzo y de un triunfo colectivo». De tan humilde que
suena, de tan ideal, esta frase sólo es creíble en boca de aquel que ha
sido el protagonista último en la Historia de los Derechos Humanos, a
costa de torturas, cárcel, soledad y aislamiento
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