Para abordar la enfermedad mental hay que tener en cuenta muchos componentes que no son estrictamente clínicos, pueden ser éticos, filosóficos, culturales o políticos. Son algunas conclusiones de la charla-coloquio sobre “Salud Mental en la Comunidad de Madrid” celebrada en la Asociación de Vecinos Valle Inclán.
Intervinieron el Dr. Mariano Hernández Monsalve, Jefe del Centro de Salud Mental de Tetuán y Directivo de la Asociación Madrileña de Rehabilitación Psicosocial. El Presidente de la Asociación Madrileña de Salud Mental. Dr. Pedro Cuadrado, Jefe del Centro de Salud Mental de Vallecas Villa. Dr. Esteban Carrasco, asesor técnico de la Dirección General de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid y Ana Gumiel. Presidenta de FEMASAM (Federación Madrileña de Asociaciones Pro Salud)
El dr. Pedro Cuadrado destacó que en la actualidad la red de salud mental en la Comunidad de Madrid se encuentra en un momento de transición que se ha acelerado en los últimos tres años. Cuando se fue dando el cambio de modelo, en los años ochenta había en Madrid 35 Centros de Salud Mental (CSM) que estaban relacionados con la atención primaria. La mayor parte de los problemas se han resuelto en ese ámbito en el que se han tenido en cuenta las circunstancias personales y sociales de los pacientes, es decir, su vida cotidiana. Si era necesario se internaba a los pacientes en los hospitales generales por un breve periodo.
Los CSM, añadió Pedro Cuadrado, tienen pocos recursos y están saturados, la última dotación fue tras el atentado del 11M en 2004. Hay pocos psicólogos y profesionales de enfermería, escasos trabajadores sociales y pocos programas de rehabilitación, esto hace que los pacientes tarden más en recuperarse haciendo falta, por lo tanto, más camas de larga estancia. Por otra parte, se ha establecido un programa de rehabilitación con 5.500 plazas dependientes de Servicios Sociales que gestionan ocho empresas con filosofías diferentes entre sí, y que llevan a un modelo médico y hospitalario que no es el que debería tener la Psiquiatría Comunitaria. A esto hay que añadir que la Red de drogas está en manos de nadie.
Además el modelo de área única es de oferta y no permite que se le pidan cuentas a la administración
Los problemas con los que se enfrentan los pacientes y sus familiares los enumeró Ana Gumiel, presidenta de la Federación Madrileña de Asociaciones Pro Salud Mental (FEMASAM). Desde su organización se coordinan 23 asociaciones de familiares de enfermos que se encuentran a diario con el estigma de la enfermedad mental, la prensa sensacionalista, la larga espera hasta que se inicia el tratamiento, la sobreprotección y la soledad, sobre todo por la falta de información que existe en este ámbito. Los padres, pero sobre todo las madres ven impotentes como sus hijos se encierran, se aíslan, que no tienen conciencia de estar enfermos y que se niegan a ir al médico. La consecuencia es un sentimiento de desamparo y culpabilidad y la falta de conocimiento de sus derechos. En la actualidad están trabajando en un proyecto que ayude a cambiar la opinión que la sociedad tiene sobre la enfermedad mental.
El Ayuntamiento, por su parte, va a realizar hasta 2015 un programa en 15 centros de diferentes distritos de la capital, explica Esteban Carrasco, con líneas preventivas en salud mental y otras enfermedades generales en las que se preste especial atención a mujeres y niños que son los grupos de mayor riesgo.
“El abordaje de la enfermedad mental excede a lo clínico”, dijo el dr. Hernández Monsalve, quien añadió ha de contemplarse el ambiente en el que vive el enfermo, si existe rechazo o segregación, cual es la situación económica. Hay otros muchos componentes que tener en cuenta además de la enfermedad en sí misma y que están presentes en la agenda de la Unión Europea, con programas de prevención que hacen especial hincapié en el estigma, salud mental escolar, atención al suicidio, depresión o salud laboral, hay numerosos programas de autoayuda y para familiares.
En España se ha avanzado mucho desde mediados de los setenta, cuando comienzan los cambios socio-políticos, la defensa de los derechos de las minorías y el cierre de los manicomios, que Hernández Monsalve, define como lugares de miseria social. Se generan entonces nuevas alternativas, nuevas formas de abordar la enfermedad. Se promulga la Ley General de Sanidad, y se implanta la Psiquiatría Comunitaria contando con el tejido social y dando respuesta a los pacientes en su propio terreno.