EL CONFLICTO DE BURGOS
Prospereando | 23/01/14 | editorial

En los últimos días se ha producido un grave conflicto en el barrio de Gamonal, en la tranquila ciudad de Burgos. Los vecinos se oponen con contundencia a la construcción de un bulevar y un aparcamiento subterráneo en la calle Vitoria que estaba contemplado en los programas electorales del PP y del PSOE. La protesta ha culminado en un situación de extrema dureza, múltiples cargas policiales, heridos y 40 detenidos. El conflicto se ha extendido a Madrid en apoyo de los burgaleses. Continúan las manifestaciones.

El Ayuntamiento atribuye la situación a grupos violentos infiltrados, ajenos al barrio, incluso de la ciudad, pero todos los detenidos son burgaleses.

Los vecinos reclamaban desde hace tiempo una entrevista con el Alcalde para dialogar. Nunca han conseguido el menor cauce de diálogo.

No admiten que el Ayuntamiento se gaste más de 8 millones de Euros en la remodelación de una calle en un barrio agobiado por el paro, por los recortes presupuestarios en servicios asistenciales, por el posible cierre de una guardería porque no hay dinero para efectuar unas simples reparaciones. La indignación se ha acrecentado porque detrás está un conocido constructor de trayectoria poco clara.

La respuesta popular ha logrado paralizar la obra de momento y que el Alcalde admita que renuncia al proyecto.

El conflicto ha surgido por una gestión municipal autoritaria, caciquil, sin el menor diálogo, sin sensibilidad social, pero sorprende la violenta reacción de un barrio de talante tranquilo, conservador.

La razón puede estar en la situación que estamos atravesando, la gente vive angustiada por una crisis a la que no ve el final a pesar de las reiteradas declaraciones optimistas del Gobierno, por el paro agobiante, por los recortes presupuestarios en todos los servicios, en sanidad, en educación, en prestaciones sociales cuando son imprescindibles, se vive entre la desesperanza y un sentimiento de rebeldía, de indignación cuando se ve que unos pocos se están enriqueciendo fraudulentamente y los demás nos vamos empobreciendo.

En este clima social cualquier enfrentamiento puede adquirir inesperados tintes violentos, descontrolados, cualquier enfrentamiento puede ser la chispa que encienda la pradera.

Y estas situaciones no se arreglan con contundencia policial, endureciendo la Ley de Seguridad Ciudadana, solo se pueden solventar enfrentándose a los problemas reales y haciendo un serio esfuerzo para resolverlos en un clima de diálogo.