Recientemente Intermón – Oxfam ha presentado un exhaustivo informe al Foro Económico Mundial de Davos sobre la distribución de la riqueza en el mundo que ha tenido una amplia resonancia en los medios de comunicación.
El informe denuncia que el 1 % de la población más rica del mundo posee la misma riqueza que el 46 % de la población más pobre. En España 20 personas tienen unos ingresos similares al 20 % de la población menos favorecida. Esta dramática situación se ha acentuado en los últimos años y continúa actualmente con la misma tendencia desestabilizadora.
Este informe plantea en primer lugar el escándalo moral de que mientras unos viven en la opulencia y el despilfarro miles de millones arrastran una vida en condiciones degradantes sin ninguna posibilidad de superar su angustiosa situación. Miles, muchos miles de hombres, mujeres y niños están muriendo de hambre.
Estos mismos acaudalados que controlan grandes fondos de inversión y sectores de producción esenciales, tienen capacidad para presionar a los gobiernos de muchos estados e imponerles las directrices económicas favorables a sus intereses, tienen capacidad para derrocar un gobierno que no les sea dócil.
Estos grupos financieros controlan casi todos los medios de comunicación de mayor difusión. Pueden manipular la opinión pública para que sea proclive a sus intereses y pueden potenciar a un partido político que les interesa que triunfe en unas elecciones.
En esta situación la democracia queda distorsionada porque un grupo de presión económico tiene capacidad para incidir en la opinión pública y para imponer sus directrices a un gobierno democráticamente elegido.
Pero esta situación no contraviene ninguna de las normativas ni recomendaciones del orden mundial regido por el FMI, por el BM y por la OCDE. Nada impide la posesión de una gran fortuna ni tener una excepcional influencia política y económica.
Tenemos un orden mundial que nos conduce a una situación insostenible. El reto no es gestionar el sistema con criterios más o menos sociales, el reto es cambiar el sistema.