CONVENTO DE LAS MERCEDARIAS DESCALZAS

Iniciamos nuestra visita en la calle de La Puebla esquina a Valverde donde en su número 14 se encuentra  el Convento de Nuestra Señora de la Concepción, de la orden de las Mercedarias Descalzas, popularmente conocido como Convento de Juan de Alarcón (también llamado de Las Alarconas), fundado por el sacerdote Juan Pacheco de Alarcón en 1609.

La iglesia se terminó en el año 1656 y es un buen ejemplo de la arquitectura barroca madrileña del siglo XVII. La fachada principal da a la calle de la Puebla y sigue el modelo creado por fray Alberto de la Madre de Dios en el Real Monasterio de la Encarnación aunque un poco más simple y sustituyendo la piedra por el ladrillo que era más económico. En el lado de la calle Valverde se abre una fachada más sencilla con una imagen de la titular del convento y motivos heráldicos.
Tanto en el templo como en el convento hay una buena colección de pintura barroca madrileña. En la iglesia se conserva el cuerpo incorrupto de la Beata Mariana de Jesús, que se expone al público todos los 17 de Abril.  

IGLESIA DE SAN ANTONIO DE LOS ALEMANES

En la calle de la Puebla, esquina con la Corredera Baja de San Pablo, nos encontramos con una de las iglesias más bonitas de Madrid: San Antonio de los Portugueses o de los Alemanes. Al ser el exterior muy sencillo no es posible  imaginar lo que esconde en su interior.

En el año 1606 el rey Felipe III funda un hospital para albergar a los portugueses que vivían entonces en Madrid, como Portugal pertenecía al reino de España, muchos habitantes del país vecino venían aquí. Como complemento del hospital, Felipe IV fundó una iglesia que también se les iba a dedicar, sin embargo, en 1640 Portugal se independizó de España y en 1668, Mariana de Austria, segunda esposa de Felipe IV, decidió donar la iglesia a los alemanes católicos, numerosos en la corte en busca de trabajo y fortuna, pasando a denominarse definitivamente San Antonio de los Alemanes

Felipe V dejó la administración de la iglesia y el hospital en manos de la Hermandad del Refugio que se ocupa de los pobres, ofreciéndoles comida y alojamiento. Fue también conocida como “La Ronda del pan y el huevo”. Todas las noches un sacerdote, acompañado por dos miembros de la Hermandad, salían en busca de los pobres y mendigos a los que ofrecía pan, agua y un huevo duro. Para asegurar que lo que se les daba cumplía con lo que la Hermandad consideraba correcto, llevaban una plancha de madera que tenía un agujero, si el huevo pasaba por el agujero era desechado, si no pasaba se podía dar al mendigo. Este es el origen de la frase  “si pasa, no pasa” (todavía se conserva la plantilla de madera). A esta Hermandad han pertenecido los reyes de España desde su creación, incluidos los actuales.

La iglesia es de estilo barroco madrileño y fue construida entre 1624 y 1630 por Francisco Seseña. La principal novedad de esta iglesia es su planta elíptica, una de las pocas que hay en España, así como el hecho de que está enteramente pintada al fresco. La sobria fachada principal es obra de Juan Gómez de Mora, coronada por una estatua de San Antonio obra del escultor portugués Manuel Pereira. Tiene una sola nave con una bóveda espléndida, no hay columnas ni pilares ya que la idea era tener un espacio simple sin divisiones para poder observar sin distracciones toda su belleza.

Las pinturas de la bóveda representan a San Antonio ascendiendo al cielo rodeado de ángeles obra de Juan Carreño de Miranda, en el primer anillo de la misma se encuentran ocho santos portugueses pintados por Francisco Ricci. Ambos artistas vinieron a España traídos por Velázquez como pintores del rey ya que eran los mejores especialistas en pintura al fresco usando una nueva técnica de perspectiva para bóvedas y muros.

Veintiocho años después Lucas Jordán tuvo que restaurar las pinturas, cambió los capiteles y sustituyó las columnas lisas por otras salomónicas. En los muros curvos de la zona superior Jordán plasmó escenas de los milagros de San Antonio tales como el milagro de la mula o San Antonio curando la pierna de un joven que la había perdido al dar una patada a su madre. También pintó una serie de reyes españoles, húngaros, alemanes y franceses. Todos sentados observando, a su vez, las pinturas del santo. Los reyes representados pertenecen a la Edad Media y fueron conocidos por su religiosidad o por las batallas en las que lucharon contra los enemigos de la religión católica.

En el retablo mayor se encuentra la escultura de San Antonio con el Niño obra maestra de Manuel Pereira y una gloria de ángeles obra de Francisco Gutiérrez. No es el retablo original ya que anteriormente había uno barroco que fue eliminado durante el Neoclasicismo.

IGLESIA Y CONVENTO DE SAN PLÁCIDO


Está situado entre las calles de San Roque y Madera, teniendo su entrada por la calle de San Roque número 9.

El convento de San Plácido, cuidado por religiosas de la Orden de San Benito, fue fundado en 1623 por Teresa Valle de la Cerda y su prometido Jerónimo de Villanueva (Protonotario Mayor de Aragón y Secretario de Estado a partir de 1630), quien dejó para este fin una de sus casas en la calle San Roque que estaba pegada a la iglesia. Las religiosas, entre las que se encontraba su fundadora y abadesa (que decidió romper el compromiso con Villanueva y hacerse monja), entraron en el convento el 12 de mayo de 1624.

La iglesia, construida por fray Lorenzo de San Nicolás, agustino recoleto y autor del tratado “Arte y uso de la arquitectura” publicado en Europa y muy conocido en aquella época, es de estilo Renacentista de transición al Barroco madrileño. En el dintel de la puerta de entrada hay un relieve que representa La Anunciación, obra de Manuel Pereira y en la fachada de la calle de San Roque, dentro de un nicho y cubierta por unas rejas, una imagen de San Benito, obra del mismo escultor portugués.

Destaca la decoración interior con un retablo magnífico en el que sobresale el cuadro de “La Anunciación” obra de Claudio Coello realizada en 1668 cuando contaba 25 años, se cree que utilizando un boceto de Rubens. Los retablos de la iglesia fueron realizados por los hermanos Pedro y José de la Torre. A los lados, imágenes de San Benito y San Plácido obra de Pereira. En la bóveda, sobre el retablo, están las pinturas al fresco de Francisco Ricci y Juan Martín Cabezalero que también realizaron las de las pechinas y el crucero de la iglesia. En la capilla de la Inmaculada, que sólo se puede ver desde el umbral, está el santo Cristo Yacente en el sepulcro, obra del vallisoletano Gregorio Fernández.

En el coro bajo hay una copia del famoso Cristo de San Plácido, obra de Diego Velázquez, que fue pintado para la sacristía de esta iglesia y donde estuvo entre 1628 y1808. Cuentan que, por razones poco claras, pasó a la colección “privada” de Manuel Godoy hasta su muerte. Tras un complicado ir y venir de herencias, intentos de venta, regalos, etc  terminó en el Museo del Prado donde puede verse actualmente.

San Plácido ha sido uno de los conventos más famosos de Madrid. Dicen las crónicas que en 1628 hubo una posesión diabólica por las actuaciones de una secta llamada de los Alumbrados dando lugar a la posesión diabólica de veintiséis monjas, entre las que se encontraba la abadesa Teresa Valle. Tras varios exorcismos, la Inquisición intervino metiendo en la cárcel de por vida al confesor del convento y al monaguillo, recluyendo a la abadesa durante cuatro años en el convento de Santo Domingo de Toledo.

Mesonero Romanos, cronista ilustre de nuestro Madrid, contó la historia de este convento gracias a un manuscrito anónimo del siglo XVII: como ya dijimos, Teresa del Valle (que quería fundar un convento) y Jerónimo Villanueva (ministro de Felipe IV) estuvieron prometidos en un tiempo, gracias a los conocimientos de su exprometido pudo obtener las licencias y llegó a ser abadesa, lo que favorecía la amistad entre ambos. Parece ser que el rey Felipe IV, su valido, el Conde Duque de Olivares y el protonotario de Aragón y ayuda de cámara del Conde, Jerónimo Villanueva, eran muy vividores y salían a divertirse juntos.

Por ser patrono del convento de San Plácido y tener libertad de movimientos en el mismo, Villanueva contó que en el convento había visto a una religiosa bellísima, de nombre Margarita de la Cruz y el rey quiso verla. Por medio de Villanueva el rey pasó disfrazado, vio a la monja y se enamoró de ella, repitiendo sus visitas nocturnas a través de un pasadizo subterráneo que comunicaba la casa del protector con un sótano del convento y planearon su rapto.

Para evitar los planes del rey, la abadesa montó en la celda una capilla ardiente rodeada de velas con sor Margarita haciéndose la muerta, cuando entró Villanueva para llevar a efecto el plan volvió sobre sus pasos e informó de la situación al rey y al conde, éstos se arrepintieron y abandonaron sus planes. Enterada la Inquisición, como no podía actuar contra el rey, denunció a Jerónimo Villanueva enviando a Roma al notario Alonso de Paredes con un mensaje para que el Papa suspendiera a Villanueva. Desde España enviaron emisarios que interceptaron al enviado en Nápoles, donde le robaron el cofre con el mensaje, le apresaron y permaneció 15 años en prisión hasta que murió.  La iglesia fue declarada monumento nacional en 1943.