Pretendo en este artículo aportar algunas apreciaciones sobre el tema de la creatividad, entendida no tanto como un logro acabado sino más bien como un proceso en marcha que dinamiza nuestras aspiraciones y tareas. De ahí el “hacia” que encabeza este texto: la creatividad es más una aspiración y una tendencia que una realización consumada.
La creatividad en su fondo y en su forma, en su contenido y en sus expresiones diversas. El contenido dinámico y vigente de empatía y complicidad con la realidad en sus más variadas proyecciones, de comunicación humana en toda su globalidad y profundidad. Las diversas expresiones de la creación artística: música, pintura y escultura… Y el mundo del pensamiento, el ensayo, la narrativa, la poesía, el teatro y el cine, el cultivo de la naturaleza…
Es una galería inacabable, un apasionante muestrario. Porque la creatividad puede ejercitarse desde la plenitud y el gozo esperanzado, pero también se cultiva en los espacios del silencio, la fragilidad y el conflicto, en las tinieblas de la incertidumbre y la violencia. Tenemos abundantes muestras de todo ello, de lo uno y de lo otro. Pero nos seduce y nos beneficia centrarnos en los ámbitos positivos y luminosos en los que se alimenta la creatividad con el empeño de la voluntad y la energía del entusiasmo, del humor y de la alegría, de la sencillez y complejidad de la vida cotidiana…
La creatividad se nutre del complejo mundo de la afectividad, del tejido de emociones y sentimientos que determinan nuestra vida. Tampoco es ajena al mundo de las formas y del consiguiente goce estético que la acompaña, ni al ámbito de los valores morales como la verdad y la generosidad que son palabras mayores de la vida personal y de la convivencia social.
Todo proyecto creativo tiene mucho de tendencia y de aliento, y ninguno de ellos está exento de ambivalencia o ambigüedad. De ahí el proceso de depuración que debe instalarse a la sombra de cada proyecto para intentar que todos ellos conduzcan lo más directamente posible a la madurez y a la realización plena de nuestras intenciones y proyectos.
La afinada sensibilidad y el desarrollo de una originalidad creciente constituyen asimismo unos atributos importantes de la creatividad. Lo original no es precisamente lo novedoso o llamativo, sino la dimensión de autenticidad que nos aproxima a la verdadera naturaleza de las cosas y al colorido de la realidad, a su paisaje exterior e interior.
El paisaje interior equivale a la reflexión íntima pero no solo a la de carácter especulativo, sino también emocional. Desde ahí contemplamos el fondo de la creatividad, que reside sobre todo en la comunicación y complicidad con la realidad, y su forma, que estriba en la amplia gama de expresiones cotidianas, menores y mayores.
Con ello vamos alcanzando un nivel de lucidez creciente y empeñamos nuestra voluntad en la tarea de crear, lo que equivale a enriquecer nuestra vida.