Después de unas elecciones se suelen hacer muchos análisis, uno de ellos y, muy importante la abstención.
En los recientes comicios del Parlamento Europeo, la abstención en España ha
sido del 54,16 %, en Europa del 56,91 %.
En esta ocasión la abstención ha disminuido algunas décimas lo que ha sido un
alivio después de una serie de comicios europeos con porcentajes de abstención
crecientes.
Las causas de la abstención son múltiples, circunstancias personales
que impiden desplazarse a votar, un talante que pasa de todo y no participa en
nada, que prefiere ir al campo o quedarse en casa, los que castigan al partido
que han votado en otras ocasiones porque no aprueban su gestión en el último
período y otro grupo importante que no vota porque está en desacuerdo con la
estructura de la Unión Europea (UE), considera que está dominada por el capital
financiero y las multinacionales y que el Parlamento Europeo (PE) no tiene las
suficientes competencias para imprimir un cambio de orientación. Esta postura
es el reflejo de una crítica radical a la UE y la desconfianza con su
funcionamiento democrático.
Muchos de los que han participado en las elecciones europeas en esta
ocasión han votado a partidos que proponen cambios profundos en el Parlamento y
en toda la estructura de la UE, no meras reformas coyunturales, propugnan un
Parlamento Europeo profundamente democrático con capacidad para marcar la línea
política y económica de la UE.
En esta posición están Izquierda Plural, que postula iniciar un proceso
constituyente que defina una nueva estructura, Podemos y otros más.
En otros muchos países de la UE se ha votado a partidos de extrema
derecha fuertes, euroescépticos y partidos de izquierda que también defienden
cambios profundos en la UE. Nos encontramos con posturas muy dispares, incluso
enfrentadas, pero que tienen en común la crítica a la actual línea de la UE.
Algunos partidos rechazan abiertamente la permanencia en la UE.
Si sumamos los grupos que se han abstenido por rechazo a la actual UE a
los partidos que reivindican cambios profundos resulta que la postura crítica
es mayoritaria. Se puede sospechar que en estas últimas elecciones han vencido los que se oponen a una UE dominada por
el capital, a la Europa de los recortes presupuestarios y del desmantelamiento
de los servicios sociales.
Esta sospecha es grave porque de confirmarse cuestionaría la
legitimidad de la actual UE y su funcionamiento democrático.