El PP quiere trasladar a la sociedad el relato de que hay una vuelta al bipartidismo y que ahora les toca a ellos gobernar. Puede que se trate de un relato engañoso cara a los electores aunque también, probablemente, una manera de engañarse a si mismos.
En base a esta estrategia pidieron en Madrid, y luego en Castilla León, que los votantes de derechas concentraran el voto en torno a sus candidatos para ir ganando elecciones. En el Madrid pandemico de Ayuso, las cañas y la libertad, la cosa funcionó. En Castilla León no, porque ha machacado a Ciudadanos pero ha dado alas a la ultraderecha. La próxima convocatoria será Andalucía, no más tarde de noviembre, y después en mayo del 23 las municipales y autonómicas. Si se cumpliera su relato y se hubiera vuelto al bipartidismo, pensaban que podrían ir ganado elecciones por desgaste del socialismo para encumbrar a Casado en las próximas legislativas españolas de noviembre de 1923.
El PP llama “cambio de ciclo” a esa supuesta vuelta del bipartidismo, con alternancia de gobierno entre el PSOE y el PP. Ahora, si se hundiera el socialismo, les tocaría a ellos.
Pero el cambio que se está consolidando es la desaparición del bipartidismo y del turnismo entre el PP y los socialistas, ya que para gobernar tienen ambos que buscar coaliciones con varios partidos. Es el agotamiento del régimen de los últimos 45 años, que reconoció el 15m y que nadie parece saber como afrontar.
Las elecciones de Castilla Leon muestran que la vuelta del bipartidismo no es tal. Los dos grandes se mantienen cada uno en torno al 30% y en conjunto pierden varios puntos respecto al 65-67% que obtenían en las elecciones de 2015 y 2019.
En 2015 pareció que Ciudadanos y Podemos, como nuevos partidos, venían a impulsar la transición a un nuevo ciclo. Pero Ciudadanos se ha suicidado en el intento, sin encontrar su sitio como centro liberal. Y UP ha llegado al gobierno central como apoyo progresista a los socialistas, pero su base electoral no cuaja en el conjunto del territorio, y parece quedarse como un partido secundario, principalmente en las grandes ciudades. En estas elecciones de 2022 ambos partidos han conseguido tan solo 1 diputado cada uno en Castilla y León.
El cambio que se ha apreciado en el pais, y que en esta Comunidad también se está manifestando, es la incorporación de nuevos actores políticos.
Por un lado VOX se mantiene en el 17% que obtuvo en esta comunidad en las legislativas de 2019 (15% a nivel nacional), lo que le ha supuesto un deslumbrante acceso a 13 escaños cuando solo tenia uno en la legislatura autonómica anterior de mayo de 2019.
Por otro lado los partidos localistas o provinciales que en 2019 en Leon y Ávila consiguieron 2 diputados y menos del 3% de los votos, y que en 2022 han incorporado a Soria alcanzando entre los tres el 7% de los votos y 7 diputados.
El panorama es por lo tanto cada vez mas complejo y alejado del bipartidismo, aunque las posibles coaliciones, de momento, solo se pueden articular en torno a uno de los dos partidos mas votados. El PP de Castilla León esta en manos de VOX más aún que el de Madrid, en donde Ayuso necesita la abstención de este partido para gobernar, como la necesitó para la investidura. Y los socialistas tampoco tiene opción de articular una mayoría progresista en Castilla y León.
El “cambio de ciclo” está consistiendo, por lo tanto, en la consolidación de una fragmentación aun mayor del voto entre múltiples partidos políticos, algo que molesta enormemente a los dos partidos mayoritarios que tiene que gobernar condicionados a coaliciones, y por ello reaccionan reclamando que se concentre el voto en sus candidaturas.
Es un nuevo ciclo que plantea grandes incertidumbres ante las alianzas posibles. En la derecha los ultras capitalizan ya un tercio del electorado de este bloque. En la izquierda se complica la consolidación de mayorías progresistas, como la que permitió el gobierno de coalición o la aprobación de los presupuestos nacionales, al aumentar la constelación de pequeños partidos. Cada vez hay mas partidos locales y regionales (nacionalistas o no) que han entrado en los parlamentos con objetivos políticos locales propios, debidos en gran parte al descontento local, y ademas tienen que participar en los relatos y pactos sobre alternativas políticas generales del pais.
Nada que ver con la alternancia bipartidista que pretende el PP, cuando nos cuenta su relato de un “cambio de ciclo” que solo pretende trasladar divulgar para desgastar al gobierno de coalición.