El título del presente artículo es la expresión sintética de un conflicto que dura 46 años si nos referimos a la historia reciente, porque se empezó a fraguar 20 años antes, tras la descolonización de Marruecos por parte de Francia y España, en 1956.
El Sahara Occidental es un territorio de casi 270.000 kilómetros cuadrados que se encuentra en la costa atlántica de África, en el borde occidental del desierto del Sahara. Limita al norte con Marruecos, al este con Argelia y al sur y sureste con Mauritania. Es rico en fosfatos, petróleo, gas, pesca y circonita.
En 1884 fue colonizado por España tras la Conferencia de Berlín en la que las potencias europeas se repartieron África. En 1934 fue convertida en provincia española, la provincia 53, y pasó a denominarse Sahara Español.
En 1965 la ONU pidió la descolonización del territorio que sigue siendo un tema pendiente y de difícil salida.
Dos actores principales, Marruecos y el Frente Polisario* mantienen posiciones antagónicas respecto a la solución del problema que los ha llevado de forma recurrente a mantener enfrentamientos armados.
Mientras que para el Polisario es irrenunciable la Independencia del Sahara Occidental y el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), para el Rey de Marruecos la independencia es inadmisible puesto que, según viene defendiendo, el Sahara Occidental pertenece al reino alauí.
Mientras el Polisario acepta la propuesta de Naciones Unidas de celebrar un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, Marruecos lo rechaza de plano por ser incompatible con la marroquinidad del Sáhara.
Lo que los saharauis llaman la primera traición de España, origen reciente del problema, se sitúa en el Acuerdo Tripartito de Madrid de 1975. En virtud de este acuerdo, España que era la potencia administradora del territorio para llevar a término el proceso de descolonización que tímidamente había iniciado, transfería sus facultades y responsabilidades a una administración temporal tripartita formada por España, Marruecos y Mauritania.
Muy pronto, en febrero 1976, una vez consumada la ocupación pacífica del Sahara Occidental por los 350.000 marroquíes que protagonizaron la Marcha Verde -porque verdes eran los libros del Corán que blandían en sus manos- España abdicó de su responsabilidad y, sin cumplir con las exigencias internacionales en materia de descolonización, transfirió de forma unilateral la administración del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania. En 1979 Mauritania se retiró, abandonó sus pretensiones sobre el territorio, se alejó de Marruecos, y pasó a apoyar, junto con Argelia, las tesis del Frente Polisario, representante del pueblo saharaui desde 1973.
Es en ese mismo año cuando se abre la vía del referéndum de autodeterminación con la aprobación por la Asamblea General de la ONU de la Resolución 3437 en la que se instaba a Marruecos a poner fin a su ocupación militar del Sáhara Occidental y a negociar con el Frente Polisario, en calidad de legítimo representante del pueblo saharaui, los términos de un alto el fuego y las modalidades de un referéndum de autodeterminación. Marruecos rechazó, y aún rechaza, esta solución de la ONU, que desde 1991 mantiene en el territorio la Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO).
El monarca alauita, para obtener el beneplácito de la comunidad internacional a sus pretensiones, el año 2007 propuso la iniciativa de incorporar el Sahara Occidental como una región autónoma del Reino de Marruecos. Un Reino que, dicho sea de paso, tiene una estructura administrativa absolutamente centralista en el que no tiene encaje posible una región autónoma.
La ONU no contempla la autonomía como una propuesta seria para una solución democrática del conflicto.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que ha aprobado a lo largo de estos años 74 resoluciones que hacen alusión al conflicto del Sáhara, dice, en síntesis, que el Acuerdo de Madrid no tiene legitimidad porque viola el derecho internacional; que, en consecuencia, España sigue siendo, de iure, la potencia administradora del territorio ocupado por Marruecos; que España ha hecho dejación de su responsabilidad; que el Sahara Occidental tiene la condición internacional de territorio no autónomo y que el pueblo saharaui tiene derecho a decidir su destino mediante un referéndum de autodeterminación.
Francia, tradicional aliado de Marruecos, apoyó la alternativa de la autonomía desde el principio. Donald Trump en el 2020 reconoció explícitamente la soberanía marroquí sobre el Sáhara.
Los Gobiernos de España, desde finales del franquismo hasta el presente, han tratado de evitar el conflicto con el reino de Marruecos cuya pretensión es construir el Gran Marruecos legitimando para ello su ocupación del Sahara y anexionándose Ceuta y Melilla, Canarias y Mauritania.
Marruecos que considera prioritario el tema del Sahara, abre y cierra los flujos migratorios, abre y cierra los flujos de tráfico de droga y del terrorismo islamista que son las bazas que usa para presionar a Madrid.
España, pese a la presión de Marruecos, en un primer momento defendió la autodeterminación del Sáhara. Más tarde apostó por una resolución del conflicto con un acuerdo entre las partes en el marco de Naciones Unidas. Ahora, 15 años después de que Marruecos propusiera la autonomía, el pasado 18 de marzo, el Gobierno de España anunció que abre una nueva etapa en la relación con Marruecos y se posiciona a favor de la tesis marroquí a la que considera, afirma, la base más seria, realista y creíble para resolver el diferendo.
En palabras de un analista, de la carta que envió el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al Rey Mohamed VI se desprende que España abandona el reconocimiento del derecho a la autodeterminación del Sáhara Occidental y otorga carta de naturaleza a la actual ocupación por parte de Marruecos reconociéndola como soberanía sobre el territorio en un giro histórico.
Para el Frente Polisario, España con este apoyo sucumbe al chantaje de Marruecos y consuma la segunda traición al pueblo saharaui que no renuncia a su derecho de autodeterminación y sigue exigiendo la celebración de un referéndum.
- La tensión permanente en la zona ha afectado y sigue afectando a la vida de miles de personas, integrantes del pueblo saharaui, un pueblo en la diáspora desde 1976.
La población autóctona del Sahara Occidental es una mezcla de una tribu bereber y otra tribu beduina. Actualmente vive en la diáspora: Una gran parte en los campos de refugiados –Los Campamentos- en las arenas de Tinduf, territorio argelino, otra parte en los territorios del Sahara Occidental ocupados por Marruecos y otra en los territorios liberados del Sahara Occidental. El resto se halla disperso por el mundo.
Los campamentos se encuentran en la hamada argelina, un desierto pedregoso, caracterizado en gran parte por su paisaje árido, duro, de mesetas rocosas y con muy poca arena. Es una zona inhóspita con condiciones climáticas muy adversas: temperaturas extremas, fuertes vientos a veces acompañados de lluvias torrenciales y movimiento de dunas.
Allí viven 173.600 personas, en condiciones de pobreza y gran vulnerabilidad que habitan en jaimas o en casas de adobe muy precarias.
Ya son tres las generaciones que han nacido en el desierto de piedra en el que se asientan los campamentos.
No se puede cultivar prácticamente nada. Para subsistir dependen casi exclusivamente de la ayuda internacional externa que ha ido decreciendo con los años. El Acnur y el Programa Mundial de Alimentos estiman que dos tercios de las mujeres sufren de anemia, y un tercio de los niños sufre de desnutrición crónica.
El conjunto de los campamentos se ha organizado como un pequeño estado con ayuntamientos, escuelas, hospitales, juzgados… Es la República Árabe Saharaui Democrática, gobernada por el Frente Polisario, cuya capital administrativa es Rabouni, donde se encuentran los servicios de protocolo, la presidencia, los ministerios y las administraciones de los servicios públicos de la RASD. Es reconocida por unos 80 estados.
Cada campamento -wilaya- ha adoptado el nombre de una ciudad del Sahara Occidental: -El Aaiún, Auserd, Esmara y Dajla- y la mayor parte de las tareas de organización y administración de los campamentos recae sobre las mujeres que a su vez se auto organizan en la Unión Nacional de Mujeres Saharauis.
En los campamentos la vida es intensa y también hay espacio para celebrarla.
Una celebración que ansía un futuro diferente y refuerza el ánimo para resistir con dignidad ante tantas adversidades e incertidumbres.
Gracias al Programa Vacaciones en Paz son muchos los niños y niñas que vienen a España, acogidos por familias, para tomar distancia de esa dura realidad durante los meses de verano en los que la temperatura puede llegar en el día a 60º C. Aquí conocen otra realidad física y cultural, disfrutan de actividades lúdicas y pasan revisiones médicas. Una de estas niñas, al preguntarle qué era lo mejor que le había pasado en las vacaciones respondía ¡Ver el mar! Un mar que les arrebataron y que era fuente de vida para muchas familias.
* Frente Polisario es el acrónimo de Frente Popular para la Liberación de la Sagia al Hamra y Río de Oro.