Heroínas, está dedicada al poder espiritual de las mujeres visto a través de varios siglos y en diferentes contenidos temáticos.
Se inicia el recorrido con la mujer guerrera, representada en una pintura en la que se ve a Juana de Arco dirigiendo un ejército de 5000 hombres y entrando en su ciudad natal, Orleans. Junto a ella, la bella escultura de Kiki Smith, homenaje a las mujeres quemadas en la hoguera en la Inquisición, mujeres despojadas de su identidad, rapada la cabeza, con gesto implorante.
Continúa con las mártires cristianas, con el lienzo de Caravaggio sobre Santa Catalina, hija de un rey copto que quiso hacer incursiones en teología y fue llevada al martirio y decapitada. Se aprecia en el lienzo la rueda de cuchillas, partida, y la pluma del martirio. Contiene cierto dramatismo e implica al espectador con la mirada. Le sigue una Santa Eulalia crucificada, de Waterhouse.
En la sala de magas se encuentra Circe, de la mitología de Homero, que vive en una isla y convierte a los hombres que llegan a ella en cerdos utilizando bebedizos, menos a Ulises que ingiere un antídoto; representa el peligro de la seducción femenina. Otro cuadro de Waterhouse “la mujer con la bola de cristal”, simbolismo de su cuerpo, de su útero. Distintas versiones de Medea en pinturas medievales prerafaelistas simbólicas y que narran mitos como el de Safo desesperada sufriendo por amor.
Se pasa después a contemplar las mujeres místicas, levitantes, de Julia-Fullerton-Batten, fotógrafa, con su adolescente inestable y a Marina Abranovic con su homenaje a Santa Teresa y las místicas de Hodler Ferdinand que expresaban así sus vivencias en sociedades patriarcales.
La sala de lectoras aporta una profusión de cuadros con mujeres que leen, primero en el hogar, intimistas, lecturas de religión que paulatinamente van cambiando por novelas, pintadas por autores como Francisco de Goya, Henning o Homer con el retrato de Helena de Kay donde se ve al demonio depositanto las novelas al alcance de su mano. La lectura como apertura al exterior que lleva finalmente a la mujer lectora de la prensa diaria, ya en el siglo XIX en la vida pública.
En la sala de pintoras se aprecian cuadros, fundamentalmente autorretratos, de pintoras que tuvieron que formarse en sus casas, la mayoría hijas de artistas, que no podían acceder a las academias públicas puesto que estaban vedadas para las mujeres. Tenían que aprender anatomia a través de las esculturas clásicas ya que no podían contemplar desnudos. La apertura hacia los dos sexos de algunas academias privadas permitió la mejor formación de las mujeres. Se puede observar cómo se veían a sí mismas, el potencial femenino y reivindicativo como el que exhala el autorretrato de Vigée Lebrun que, en situación de dificultad y exilio se ve a sí misma poderosa y fuerte.Y como colofón, el autoretrato de Frida Kahlo de estética popular mexicana.
La exposición es una interesante aproximación a la realidad de las mujeres y a su evolución social y cultural a través del arte.
La muestra tiene dos partes, la primera se puede ver en el Museo Thyssen-Bornemisza, de martes a domingo de 10,00 a 19,00. Entrada 8 euros. Paseo del Prado, 8.
La segunda está en la Fundación Caja Madrid, de martes a domingo de 10,00 a 20,00, entrada libre. Plaza de San Martín, 1.