Creo que la política es una de las actividades (no profesiones) más meritorias y que tiene una gran incidencia en el desarrollo de la sociedad, en las condiciones de vida de la población. Una buena actuación pública puede mejorar sensiblemente un país y una desacertada ocasionar una grave crisis o profundos problemas sociales.
A los hombres y mujeres que se dedican a la política les exigirían dos requisitos previos, un profundo sentido ético de la vida y primar en su actuación el bien de la sociedad.
La primera condición, el sentido ético de la vida en la gestión pública y en la vida privada, el ser en todo momento coherente con palabra y la actuación implica ser veraz, no faltar nunca a la verdad, no mezclarse en turbias maniobras para conseguir más poder y no aprovecharse jamás de las posibilidades que ofrecen los puestos de responsabilidad para enriquecerse. La actuación política nunca puede ser una vía para hacer dinero.
La segunda condición es tener muy claro que el fin de la política es lograr el desarrollo y el bienestar de la sociedad. Esto significa que en su actuación deben primar los esfuerzos por superar las injusticias sociales, para disminuir las flagrantes diferencias económicas entre la población, y lograr una sociedad más justa.
Hoy la política está muy denostada, se da la paradoja de que algunos políticos que ocupan cargos de responsabilidad no se declaran públicamente como tales por temor a quedar arrastrados por la ola de desprestigio, dicen que son técnicos o cualquier otra cosa.
Creo que este desprestigio está justificado porque demasiados han utilizado sus puestos de responsabilidad para enriquecerse en operaciones fraudulentas. Algunos han hecho fortunas y la sociedad está harta de corrupción.
Se ha perdido el valor de la palabra, se miente, y en las cúpulas de los partidos algunas veces se maniobra para conseguir más poder.
Se ha intentado orientar la gestión pública hacia el desarrollo económico aunque con mal resultado y no hacia el bienestar social y las consecuencias han sido el paro, la pobreza, la marginación de muchos miles mientras que unos pocos se han enriquecido.
Defiendo la importancia de la política, nos enorgullecemos de ser los herederos de la antigua democracia ateniense pero, ciertamente, hay demasiadas razones que justifican este desprestigio, se han obviado las dos exigencias que mencionaba, la ética y primar el bien de la sociedad.
Este desprestigio afecta a todos y nos olvidamos de que hay muchos, muchísimos políticos honestos en todos los partidos, incluso que viven precariamente y cuyo principal objetivo es el bien de los ciudadanos.
Después de las dos exigencias vienen las propuestas programáticas, las líneas de actuación en temas tan importantes como la economía, la educación, la cultura, la sanidad, el enfoque que hay que dar a las prestaciones sociales, las propuestas sobre todos los problemas de la sociedad y aquí cada partido tendrá sus enfoques, discutiremos pero después de dejar claro las dos exigencias previas que hemos mencionado reiteradamente.