Por José Martín Cano, biólogo
Los seres vivos están compuestos por materia y energía, pero la información es otro componente esencial. Las tres funciones características de la vida: relación, nutrición y reproducción se basan en la capacidad de captar, almacenar y utilizar la información. En síntesis, la reproducción es la capacidad que tienen los organismos vivos de trasmitir a la siguiente generación la información necesaria para formar nuevos organismos.
Hay una excitabilidad general de la materia viva, y los organismos más sencillos son capaces de captar gradientes exteriores de sustancia químicas y de energía (ej.: frio – calor, concentración de nutrientes, etc.) en el medio, y tienen capacidad de reacción frente a estos gradientes.
De los sistemas de captación y manejo de la información a nivel intracelular se pasa, en los organismos multicelulares, a sistemas de coordinación entre las diferentes células, tejidos y órganos. Llegando a sistemas químicos complejos como las hormonas. Después, en los animales, se alcanzan los primeros sistemas nerviosos, con redes protoneuronales, y finalmente con complejos órganos de los sentidos, sistemas nerviosos y manejo de la información de forma centralizada con ganglios y cerebros.
Los animales han desarrollado órganos de los sentidos muy precisos y complejos, que captan la información y las trasmiten a gran velocidad a centros nerviosos como ganglios y cerebros. En estos centros a su vez se almacena la información, se procesa y se elaboran respuestas complejas a corto, medio y largo plazo.
Uno de los mejores ejemplos de utilización de estos complejos sistemas de información es la utilización de la visión en las relaciones intra e interespecífica, tanto en animales como entre animales y plantas e incluso hongos. Aunque las plantas no han desarrollado órganos de los sentidos ni un sistema sensorial equivalente al de los animales, su evolución si ha tenido en cuenta la información visual para lograr una mejor adaptación al medio.
En el caso de las relaciones animales plantas un buen ejemplo son la amplia panoplia de formas y colores, y también olores, que despliegan las plantas con flores para atraer a insectos, y otros animales, para la polinización. E igualmente los frutos, también de colores atrayentes, para la zoocoria, esto es la dispersión de las semillas por animales.
En los animales, dentro de las relaciones interespecíficas, tenemos dos grandes grupos, los animales que intentan pasar desapercibidos, confundirse con el medio en el que viven, y los que intentan hacerse muy visibles, que todo el mundo les vea y reconozca.
El primer modelo se denomina cripsis, y los animales crípticos. La idea es que si nadie me ve nadie me come. Sirve también para predadores, si no me ven podré arrimarme a la presa hasta estar tan cerca, que al atacar no tenga tiempo de huir. Hay dos tipos fundamentales, la homotípia, igual forma, y la homocromía, igual color. Normalmente se dan conjuntamente. Ejemplos de homotípia son el insecto palo o el insecto hoja. La homocromía está bastante generalizada en los animales, tanto herbívoros, conejos, ciervos, cebras, perdigones (crías de perdiz), orugas, etc., como carnívoros, lobos, linces, mantis religiosas, tarántulas, etc.
El segundo modelo es el aposematismo. El animal aposemático es un animal peligroso, por ejemplo con venenos, o que almacena productos tóxicos que le hacen no comestible, no palatable. Y el animal aposemático tiene un colorido, unas formas o dibujo llamativo.
Este sistema se ha desarrollado para defenderse de animales con un sistema nervioso complejo. Si un predador ataca a un animal venenoso, como una avispa o una serpiente de coral probablemente sea picado o mordido de forma muy grave. Si come una mariquita de los siete puntos, le repugnará el mal sabor, y si come una mariposa del cinabrio o su oruga, la oruga tigre, se pondrá enfermo o incluso morirá. Estos sistemas de defensa están dirigidos hacia predadores con un sistema nervioso muy desarrollado, como vertebrados, que relacionan los colores llamativos, fáciles de recordar, con la picadura o el mal sabor, y aprenden a no comer o atacar a los animales aposemáticos.
Pero siempre que hay información, más bien alguien que es capaz de leer y utilizar la información, aparece la contrainformación, esto es la información errónea, o mentira.
Un fenómeno de este tipo es el mimetismo, que es la imitación por parte de una especie inofensiva de una especie que sea aposemática. Mimeta es un animal inofensivo que imita a otro animal que es peligroso.
Hay dos tipos de mimetismo, el batesiano (de Bates) y el mülleriano (de Müller). Ejemplo del primero son las mariposas que imitan a las avispas, o la serpiente falsa coralillo, no venenosa, que imita a la muy venenosa serpiente coral. Del segundo, el mülleriano, son especies tóxicas, que siendo de grupos taxonómicos alejados que se parecen entre sí. Se trata de una ayuda mutua, si algún pájaro se come una chinche roja tóxica, parecida a la mariquita, el pájaro aprenderá y en esto se verán beneficiadas las mariquitas y las chinches, y al revés.
En el caso de relaciones intraespecíficas, relaciones entre individuos de la misma especie, tenemos el caso de los colores epigámicos. Los individuos se hacen muy visibles para que los individuos del otro sexo les reconozcan fácilmente, y se facilite el apareamiento. O la visibilidad se da para defender un territorio, como el caso del petirrojo, que señala su presencia a larga distancia y evita enfrentamientos continuos, o el macho del león, con su melena oscura y su potente rugido, que avisa a distancia que el territorio está ocupado evitando encuentros no deseados. A diferencia del león, la leona es críptica, circunstancia que se da en numerosas especies.
Como siempre la vida es un equilibrio dinámico, si te haces muy visible te va a ser difícil escapar o cazar, según sea el caso, y si eres muy poco visible te será difícil encontrar individuos para reproducirte o pasarás gran parte de tu tiempo y gastarás mucha energía en peleas por el territorio.
Estos sistemas de información y contrainformación se dan también en el medio marino, en peces, caracoles, moluscos. Y también con otros sistemas de captación de la información, como son mediante el sonido (acústico) o el químico (olfativo).