En la sociedad española se están dando altos niveles de desigualdad, pobreza y exclusión social. La Comisión Europea en su informe España 2017 aporta los datos en que se basa esta afirmación.
En nuestro País entre el 20% de los más ricos y el 20% de los más pobres se produce uno de los niveles más elevados de desigualdad de la Unión Europea y sigue al alza.
Se detecta que ha habido progresos en la economía, pero no ha redundado en una mejoría de los indicadores sociales. Existe un alto índice de contratos temporales, un 27%, que solo supera Grecia y un 13,1% de los trabajadores estan en riesgo de pobreza. Así pues, España es el segundo país de la Unión que más creció en desigualdad y la sociedad está más polarizada.
Ha sido el 20% más pobre de la población el grupo que más renta ha perdido durante la crisis. Han sido los peor parados.
Mientras las empresas y la banca han aumentado sus beneficios, los salarios se han estancado y han perdido poder.
El último informe de Oxfam ya advierte que la recuperación económica no está evitando que la desigualdad siga creciendo en España.
Los recortes, el diseño de políticas sociales, el modelo tributario (que no frena la acumulación de riqueza ni ofrece mayor recaudación que sostenga los servicios públicos) y la pérdida de terreno de los salarios son las causas más inmediatas de esta situación.
La desigualdad es una tendencia económica de nuestro tiempo, que afecta a la cohesión social, y que y en la que ocupa un importante lugar la corrupción y la impunidad de la misma. Un asunto tan relevante como la educación también está produciendo desigualdad de oportunidades. No sólo se ha primado la financiación y dotación de recursos a la escuela concertada frente a la pública, sino que los planes educativos, cierre de IES están produciendo diferencias notables entre ciudades y barrios.
La crisis no ha sido un paréntesis. La ideología y medidas neoliberales han ido invadiendo las sociedades y requieren respuesta de los ciudadanos para no ir hacia una deshumanización.
Se hace necesario, profundizar en la democracia y en la participación ciudadana que incida en un cambio de políticas sociales y económicas, que no obvien el cambio climático, ni la crisis ecológica, y favorezca ir hacia un estilo de vida más sencilla de menos acumulación y ofrecer otras formas de felicidad distintas de las que ofrece el pensamiento neoliberal: de poder, posesión y consumo, sin tener en cuenta los recursos del planeta ni el nivel de desigualdades que dividen a la humanidad.