El domingo 21 de mayo, unas 1.500 personas acudimos, a las doce de la mañana, a la puerta principal de La Princesa con idea de abrazar el edificio y con él a todas las gentes que, año tras año, hacen posible su funcionamiento, a pesar de los ataques, de los recortes, de las malas condiciones de trabajo… a pesar de todo.
La Princesa es el hospital público del Distrito (áreas 1 y 2), que da servicio a una población de 318.282 personas. Es un faro de luz en el horizonte de mucha gente, que siempre hemos encontrado en él y en sus trabajadoras, acogida amable y esperanzadora, lo que para una persona que sufre, se encuentra mal y tiene miedo, siempre se agradece.
El abrazo de ayer, escenificado dando una vuelta alrededor del edificio, tenía dos significados importantes:
Uno, de reconocimiento, y de agradecimiento al trabajo de todo el personal médico-sanitario, de enfermería, auxiliar, de limpieza, etc. cuya entrega y buen hacer, han demostrado y están demostrando, a pesar de las deterioradas condiciones de trabajo a las que tienen que hacer frente cada día
Otro, de denuncia y de protesta: Denunciamos la caradura de los que nos gobiernan y tratan sin descanso de desviar dinero público hacia el sector privado, jugando con la salud de la población, descapitalizando los hospitales públicos y derivando, a los que no se atreven a protestar, a la sanidad privada a hacerse pruebas diagnósticas, analíticas, etc., recortando los presupuestos dedicados a los servicios sanitarios, hospitales públicos, etc., reduciendo las plantillas y no renovando contratos, etc., al igual que están haciendo con la enseñanza pública, y con todos los servicios públicos en general.
El abrazo puso una vez más de manifiesto que no estamos dispuestos a dejar que la desidia o la avaricia de unos y de otros, deterioren nuestro sistema sanitario. Por eso, como podía escucharse, bien claro, seguiremos gritando: LA SANIDAD NO SE VENDE, LA SANIDAD SE DEFIENDE.
¡SANIDAD PUBLICA, DE TODOS Y PARA TODOS!