Cuando escribo esto, José Luis Sampedro, el anciano con la mente más juvenil de cuantos tengo constancia, aún vivía y daba primorosas muestras de estar muy bien imbricado en el presente y despierto. Daba muestras de una inteligencia, una vitalidad y una visión tan preclara como para anunciar que aunque el sistema se hunde, se acaba, ya hay un proyecto de futuro en marcha, y que los jóvenes del 15-M le han devuelto la esperanza. Y eso a sus 94 años.
Cuando escribo esto, sin ánimo de aguarle la fiesta a nadie, la Unión Europea se debate entre permitir que los bancos entren a saco en Grecia con un segundo rescate (tras el «éxito» del primero, que la dejó aún más a merced de los acreedores), o dejarla caer hasta convertirla en un erial para después ofrecer un plan de reconstrucción financiado por los mismos bancos, eso sí, a intereses aún más onerosos y dar paso así a un esplendoroso país-deudor-sempiterno, ya sin clase media; es decir, sin colchón. ¿Sabe bien lo que pergeña el capitalismo de mercado –perdón por la redundancia-? ¿Adivinan que eliminar la clase media equivale, en estas circunstancias, a llamar a las puertas de la revolución? Aunque seguro que tienen un plan B, seguro que sí. Lo tuvieron ya para la crisis del 29, de la que se salió con la guerra y el Plan Marshall; en España, con la guerra y el plan Franco (en lugar del pan blanco).
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