No parece que Muamar el Gadafi, esté dispuesto a abandonar Libia y permitir cambios hacia la democracia, como han hecho Hosni Mubarak en Egipto y Ben Alí en Túnez. Según dice Sadi Gadafi, uno de los siete hijos del mandatario en una entrevista a "The Financial Times", el que se nombró a sí mismo "líder y guía de la revolución" aspira a permanecer como el "gran padre" del nuevo régimen que se conformará tras las revueltas populares que desde hace nueve días sacuden Libia en demanda de reformas democráticas.
Mientras tanto ¿Qué hace la comunidad internacional?
La Unión Europea ha decidido suspender sus exportaciones de armas a Libia, cuando ya hay constancia de cientos de muertos en la represión de las protestas populares contra el régimen de Gadafi.
Después de décadas de hacer la vista gorda ante el tirano en nombre del petróleo y del freno a la inmigración, Europa le declara enemigo público, como antes a Mubarak o a Ben Alí. Pero el ejercicio de hipocresía nos afecta a todos: políticos interesados, medios de comunicación desinteresados y ciudadanos que hemos preferido el turismo barato a la denuncia.
El despertar democrático de la ribera sur del Mediterráneo ha pillado a Europa por sorpresa. La UE se ha sumado rápidamente a apoyar las revueltas populares contra los regímenes autoritarios, mientras salen a la luz los trapos sucios europeos que durante décadas han permitido a los tiranos de los países árabes enriquecerse y mantenerse en el poder.
No ha habido reparos en los gobiernos de la Unión Europea en tolerar las dictaduras más o menos revestidas de elementos democráticos de Túnez o Egipto, ni la más evidente de Libia, cuyos líderes eran considerados amigos, como garantes de la estabilidad en la zona y del suministro de petróleo y gas, además de ser copartícipes de multimillonarios negocios.
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