Un estudio reciente publicado en Neurology, la revista médica de la Academia Americana de Neurología, sostiene que las personas con dietas altas en vitaminas o ácidos grasos Omega 3, son menos propensas a sufrir la contracción del cerebro asociada a la enfermedad de Alzheimer, que aquellas otras cuyas dietas no son altas en estas sustancias.
En la prevención del Alzheimer, ya se viene utilizando la dieta mediterránea, con frutas, vegetales, pan, cebada y otros cereales, aceite de oliva, pescados y vino tinto.
Las personas con dietas altas en ácidos grasos omega 3 y vitaminas C, D, E y vitaminas del complejo B también obtienen mayores puntuaciones en las pruebas mentales que las personas con dietas bajas en alimentos que contienen estos elementos. Los ácidos grasos omega 3 y la vitamina D se encuentran principalmente en el pescado; mientras que la vitaminas B y los antioxidantes C y E se encuentran principalmente en frutas y verduras.
En el estudio publicado en Neurology participaron 104 personas con una edad media de 87 años y pocos factores de riesgo de padecer problemas cognitivos. Demostró que las personas con dietas altas en grasas trans son más propensas a sufrir una reducción del volumen cerebral y tienen puntuaciones más bajas en las pruebas mentales y de memoria que las personas con dietas bajas en esas grasas. Las grasas trans se encuentran principalmente en la comida rápida, los fritos, los congelados, los productos de panadería y la margarina.
El estudio ha sido el primero en utilizar los biomarcadores de nutrientes en la sangre para analizar el efecto de la dieta en las habilidades cognitivas y el volumen del cerebro; estudios previos han observado sólo uno o unos pocos nutrientes a la vez o han utilizado cuestionarios para evaluar la dieta de las personas -sin embargo, los cuestionarios se basan en lo que recuerda la gente de su dieta, y no tienen en cuenta la cantidad de nutrientes que son realmente absorbidos por el cuerpo.
El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que se manifiesta con deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Hay pérdida progresiva de memoria y otras capacidades mentales, a medida que las neuronas mueren y se atrofian diferentes zonas cerebrales. Es la forma más común de demencia, aparece con mayor frecuencia en mayores de 65 años. Fue detectada por primera vez, en 1906, por el neurólogo Alois Alzheimer.
Hoy día la causa de la enfermedad de Alzheimer sigue siendo desconocida, no obstante se utilizan tratamientos sintomáticos. Hay nuevos fármacos que actúan sobre la neurotrasmisión glutaminérgica, pero no se consigue detener el progresivo deterioro cerebral, aunque se obtienen beneficios al conseguir retrasarlo. Se trabaja también mucho en la estimulación mental, en los hábitos conductuales, en la mejora del entorno emocional del paciente y en la dieta.
Barnes, en Estados Unidos, concreta los siguientes factores de riesgo: inactividad física, depresión, hipertensión, obesidad, tabaquismo, bajo nivel educativo y diabetes.
Se supone que hay una asociación causal entre cada factor de riesgo y la enfermedad, lo que implica que al cambiar cualquier factor de riesgo, se actúa sobre el proceso cerebral.