Pequeños colectivos o grandes grupos de miles de participantes son los protagonistas de estas iniciativas para generar su propia electricidad o para venderla a la red establecida. En España, vecinos del concejo asturiano de Lena han formado una cooperativa que impulse fuentes de energía limpias, eólica, hidráulica, solar térmica y fotovoltaica y biomasa. Los socios están haciendo un estudio de viabilidad para localizar lugares en los que instalarlas infraestructuras y conseguir financiación. En Francia destaca la iniciativa Enercoop, sus socios son productores, consumidores, asociaciones y gobiernos locales.
La cooperativa se creó en 2005, desde entonces ha crecido y distribuye electricidad de fuentes renovables a unos 6.000 clientes de todo el país y revierte las ganancias en nuevas instalaciones. En la isla danesa de Samso, la mayoría de los vecinos participa, junto al ayuntamiento, en las turbinas eólicas. Otras cooperativas vecinales gestionan centrales térmicas para calefacción, la energía proviene de la quema de paja procedente de granjas locales, que a su vez aprovechan las cenizas para abono. Recuerda el principio de la física “nada se pierde, todo se transforma” que en estos momentos es tan importante.