El 14 de abril se conmemora la proclamación de la II República Española en el año 1931, una fecha histórica del siglo XX.
En la elecciones municipales de ese año la alternativa republicana ganó en 41 de las 50 capitales de provincias y, además, en muchas poblaciones importantes.
El movimiento republicano se remontaba desde la I República pero durante muchos años quedó reducido a pequeños grupos sin incidencia política significativa.
En los últimos años de la Dictadura del General Primo de Rivera el movimiento adquirió más solidez política. En el año 1926 se formó la Alianza Republicana integrada por el Partido Radical de Alejandro Lerroux y Acción Republicana de Manuel Azaña.
En el año 1929 el PSOE y la UGT rompieron su colaboración con la Dictadura y expresaron su voluntad de luchar por un estado republicano. Además, el incipiente Partido Comunista y los movimientos anarquistas siempre se opusieron a la monarquía y no podemos olvidar a los partidos nacionalistas republicanos reprimidos durante este período.
Pero no se produce un cambio cualitativo del clima político hasta la caída de Primo de Rivera el 27 de enero de 1930. La figura del rey Alfonso XIII ya estaba totalmente desprestigiada y el sistema político de la Dictadura se había agotado. Se sucedían los distanciamientos al régimen incluso en los sectores monárquicos y en el propio ejército. Primo de Rivera abandonó España y marchó a París.
Le sucedió el General Dámaso Belenguer pero el movimiento republicano estaba creciendo por momentos.
El 17 de agosto del mismo año se formó la Coalición Republicana que hizo público el famoso Pacto de San Sebastián y el 12 de diciembre tuvo lugar la sublevación de Jaca promovida por los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández que fracasó, los dos capitanes fueron ejecutados.
Pero el movimiento republicano ya era imparable. Estaba constituido por intelectuales, amplios sectores de las clases medias y el movimiento obrero y campesino, de los jornaleros sin tierras. Había alcanzado la hegemonía política.
Destacamos que, aunque los antecedentes republicanos de España eran antigüos, el republicanismo no adquirió la amplitud de un movimiento popular hasta el último año. Como en muchas ocasiones, los cambios políticos profundos son difícilmente predecibles con años de antelación, era imprevisible el auge del movimiento unos pocos años antes
Y el 14 de abril de 1931 se proclamó la República. Queremos señalar el entusiasmo popular que estalló este día. La población salió a la calle en Madrid y en muchas ciudades para celebrar el cambio.
Pero el entusiasmo no solo se producía por el derrocamiento del desprestigiado Alfonso XIII, se producía por la esperanza de lograr un cambio profundo en la sociedad, en el ambiente intelectual, en la enseñanza, en las relaciones con la Iglesia, en las relaciones laborales, en la esperanza del movimiento obrero de alcanzar una dignidad y unas condiciones de trabajo más justas, en los jornaleros que necesitaban tener tierra para trabajar.
Eran esperanzas de cambio contenidas durante demasiados años y el pueblo estaba impaciente y quería que los cambios se produjeran con rapidez y, por otra parte, la República se vio acosada desde los primeros momentos por la patronal, por los propietarios de los grandes latifundios y por la Iglesia que no admitían ninguna evolución. En las elecciones del año 1933, con el triunfo de la CEDA y el Partido Radical, se paralizaron los tímidos avances del primer bienio, fueron desapareciendo las esperanzas de una evolución y aumentó la conflictividad laboral.