Se ha apagado el ruido de las elecciones, pero de fondo continua el rumor de los “indignados” del 15 M. y tal vez sea necesario un instante de reflexión sobre los días que vivimos.
De un lado, el resultado de las elecciones nos proporciona una perspectiva de cómo aparece nuestro distrito de Chamartín en este instante. Más del 60 % de los votantes se han decantado por el Partido Popular, que, sin embargo, ha experimentado una caída de un diez por ciento respecto a las elecciones anteriores. Respecto al Psoe, un 14% de los electores han escogido sus siglas, frente al 18% precedente, mientras que IU ha subido ligeramente desde un 4,9 al 5,7, e irrumpe UPyD con casi un 9% de los votantes de nuestro distrito. Así son las cifras y ahora debe ser cada uno de nosotros el que extraiga las conclusiones pertinentes.
Pero estos números nos hablan de la sociología del conjunto del distrito, pero no nos aclaran como se mueven los barrios. Y nada nos dicen de como respira la “Prospe”. Y para saber algo más deberemos acercarnos a las asambleas derivadas de la acampada del Sol y que en dos sábados consecutivos se han efectuado en la Plaza.
Quien haya acudido, o haya pasado por allí esos días, seguramente se habrá sorprendido de la gran cantidad de vecinos que (sobre todo en el primer sábado) han acudido a oír y a ser oídos. Porque ese es el núcleo de la situación. Los ciudadanos quieren que se oiga su voz. Muchos tienen la convicción de que los cauces de la representación no debe agotarse en un rito que cada cuatro años nos invita a acudir a una urna. Ese rito en esencial para que la democracia funcione, pero no es suficiente. Muchos ciudadanos quieren, queremos, que los controles democráticos funcionen de manera permanente y no ser solo “carne” de mercado o de “mercadotecnia electoral”.
La acampada de Sol, más allá de la conveniencia de su prolongación, nos interpela a todos, para reflexionar sobre una situación, en la que la inmediatez de la información y la capacidad de comunicación se estrella contra la inercia de las estructuras partidistas, que tienden a replegarse sobre si mismas y hacen oídos sordos a las voces de la sociedad.
Bien es cierto que hay muchas voces y demasiados ecos, pero, ahora es el momento de construir. Deberíamos reflexionar sobre los peligros de un asamblearismo permanente, que puede conducir a la esterilidad y entrar en la senda de consolidar mayorías cualificadas que permitan avanzar. Gentes de todas las edades han de unir sus fuerzas y sus experiencias y buscar denominadores comunes y en ese sentido, en la última asamblea de nuestra “Prospe”, se recordó, que ya hace muchos años que aquí hay un par de movimientos tan serios y consolidados como la Escuela Popular de la Prospe y la Asociación de vecinos Valle Inclán, que llevan luchando mucho tiempo por cuestiones similares .
Debemos unir nuestros esfuerzos y de paso pedir a todo este movimiento que apoye la lucha de la “Valle Inclán”, para conseguir que la Comunidad de Madrid no desaloje de su local a esta asociación. La reflexión continuará.