Machaconamente la UE ha estado predicando un mensaje de austeridad a sus socios, a los mercados y a las instituciones durante el último año de crisis de deuda soberana. En unas semanas, sin que la recesión ni el paro hayan dado respiro alguno, todo ha cambiado. Crecimiento es la palabra mágica. Tan mágica que se quiere conseguir sin soltar un euro.
El candidato socialista a la presidencia francesa, François Hollande, se atribuye haber provocado el cambio de perspectiva en la UE, sobre todo, en Alemania, después de que la canciller Angela Merkel, dijera este sábado que estudia una Agenda de Crecimiento para Europa que se debatiría en la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de junio.
Sea o no cierto, el detonante Hollande, con su oposición al Pacto europeo de disciplina presupuestaria, ha animado a los socialistas de toda Europa a dar la batalla para relajar las políticas de ajuste en los países de la eurozona, a la vista de los negros resultados que está dando: aumento alarmante de los niveles de pobreza en Grecia y Portugal, un paro insostenible en España y, en general, unas economías que no levantan cabeza sin ningún tirón inversor.
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