Estamos viviendo un proceso histórico que supera la crisis que sufrimos, desde hace años: se está implantando un nuevo modelo de Estado que afecta a todas las relaciones económicas y sociales y a los valores éticos que sostienen a la sociedad. Hagamos una rápida revisión.
Modelo Keynesiano
Al terminar la II Guerra Mundial en el año 1945, Europa estaba devastada, los partidos socialistas y comunistas, en aquellos años muy fuertes, presionaron para impulsar la línea económica que seguía las teorías del economista británico John Maynard Keynes, y establecer un pacto social. Además, Occidente se sentía amenazada por la Unión Soviética que jugó un papel determinante en la lucha contra la Alemania nazi en el frente del Este.
La línea económica Keynesiana y este pacto permitieron la paz social y un crecimiento económico ininterrumpido durante muchos años, las “décadas doradas”. Se implantó en Europa un eficaz sistema de educación y sanidad públicas para toda la población, pensiones, prestaciones sociales y una reglamentación laboral más beneficiosa para los trabajadores. Fue el “estado del bienestar” que a España, todavía bajo la dictadura, llegó malamente.
Modelo neoliberal
En la década de los 70 el modelo Keynesiano empezó a dar síntomas de agotamiento, disminuyó la tasa de ganancias del capital, se generó una inestabilidad monetaria a nivel internacional y subió el precio del crudo de forma alarmante.
Se fue implantando un nuevo modelo de desarrollo y de concepción de la sociedad, el neoliberalismo teorizado por Milton Friedman y otros economistas de la Escuela de Chicago.
El nuevo modelo se inició tímidamente en Estados Unidos con Clinton y con toda su crudeza con Ronald Reagan y con G.W. Bush. Desde Gran Bretaña, con Margaret Thatcher, la nueva ideología se fue extendiendo a los partidos de derechas del continente y también a las social democracias. La Unión Europea, controlada por el capitalismo, impulsó estas directrices.
Este modelo implicaba una serie de medidas encaminadas a ir dando más libertad al mercado y al movimiento de capitales que desembocó en una falta de controles, la cesión de competencias de los Estados al mercado, la privatización de grandes empresas públicas, desregularizaciones laborales, etc.
Paulatinamente se pasa de un modelo de economía productiva (industria, agricultura, minería, etc.) a un modelo de especulación financiera (la famosa “ingeniería financiera) más rentable que la productiva.
En la Unión Europea este proceso se va consolidando con el Acta Única de 1986, el Tratado de Maastricht de 1992, la moneda única, el Euro, de 2002 y el Tratado de Lisboa de 2007.
Crisis económica
La crisis económica estalla en Estados Unidos en agosto de 2007. En el mes de septiembre de ese año quiebra Lehman Brothers, la gran compañía norteamericana de servicios financieros. Llega a España en 2008, ya llevamos 5 años.
El origen de la crisis en EE UU está en la especulación financiera desenfrenada, por las hipotecas sub-prime. Unas hipotecas especiales, con un interés más alto que en otros créditos, utilizadas preferentemente para la adquisición de viviendas, y orientadas a clientes con escasa solvencia, y por tanto con un nivel de riesgo de impago superior a la media del resto de créditos. En España, teníamos la burbuja inmobiliaria que todos temíamos que estallara. Y se pinchó.
En los primeros momentos de la crisis se habló de reformar el sistema financiero pero ya nadie se acuerda y los mismos que generaron la crisis exigen ahora drásticos recortes presupuestarios en servicios básicos como educación, sanidad, prestaciones asistenciales con las graves consecuencias sociales y económicas que conllevan. Además, el paro se ha disparado, al 22 – 23 % de la población activa, con todo el drama humano que representa.
Cambio de modelo de Estado
Ya no queda nada de la concepción Keynesiana de la economía y del pacto social de los años 40. Vamos, ya estamos, en una sociedad dominada por el capital en la que el único objetivo es el máximo beneficio económico.
Se ha abandonado el concepto de Estado como instrumento para lograr una sociedad más integrada y más igualitaria con una amplia red de servicios públicos para todos.
Se trata de una nueva forma en la que solo vale el mercado controlado por las finanzas y las grandes empresas y el Estado queda reducido a un mero gestor de las directrices que le son marcadas y a mantener el orden y una democracia limitada y dócil.
Se abandonan los valores éticos encaminados a construir una sociedad más igualitaria que tenga cubiertas sus necesidades básicas, con un sistema de educación pública eficiente e integrador de todas las culturas y diferencias económicas, de prestaciones públicas para todos.
Se ha aprovechado esta situación de incertidumbre generada por la crisis para acelerar la trasformación del Estado y la ruptura con los valores éticos.