La investigación científica está sufriendo desde hace años en España una serie de recortes presupuestarios que están ocasionando el desmantelamiento de algunos departamentos, la paralización de líneas de trabajo y la obligada marcha al extranjero de muchos investigadores de prestigio internacional.
Ya en el año 2009 se congelaron los presupuestos de investigación y desde aquella fecha se han ido produciendo una serie de recortes cada vez más acentuados. Ahora la situación es muy preocupante.
El problema es grave, volver a poner en marcha los programas de investigación es complicado, se precisa personal muy bien preparado, equipos costosos y años de trabajo para lograr una directriz prometedora.
La investigación en España nunca ha sido una prioridad, en los años anteriores a la crisis se dio un impulso importante pero las dotaciones presupuestarias, referidas al PIB, siempre han sido inferiores a las de los países desarrollados de nuestro entorno.
A pesar de que nuestra historia universitaria se remonta a la fundación de la Universidad de Palencia en los años 1208 – 1214 y la famosa Universidad de Salamanca en 1218, no se puso en marcha una Facultad de Ciencias, de ciencias exactas, físicas y naturales, hasta la celebrada Reforma Moyano de 1957, que ordenó la enseñanza en España, cuando ya en el siglo XVII Newton y otros muchos científicos habían establecido los principios de la astronomía y de la física modernas y desde principios del siglo XIX la química había adquirido un notable desarrollo.
La investigación científica es clave para el desarrollo técnico y económico de un país. Las grandes potencias económicas son las que desde hace muchos años han impulsado la investigación básica, la investigación que no parece que vaya a tener algún interés para la vida práctica.
Sin que nos demos cuenta, en nuestra vida cotidiana estamos rodeados de utensilios y aparatos que para su desarrollo han exigido profundas investigaciones teóricas, como las microondas, que emiten una radiación electromagnética de alta frecuencia que pone en movimiento las moléculas de agua de nuestros alimentos, o las bombillas de bajo consumo eléctrico, las pantallas planas de televisión, los paneles fotovoltaicos para generar electricidad que para explicar su funcionamiento hay que recurrir a la teoría de la relatividad de Einstein, como los pañales de los niños que no se mojan gracias a unas fibras sintéticas especiales que reaccionan con el agua, como el GPS que para determinar la posición exacta hay que hacer correcciones basadas, también, en la teoría de la relatividad o los medicamentos que consumimos fruto de arduas investigaciones. La lista sería interminable, nuestro modo de vida sería imposible sin las investigaciones científicas de muchos años.