El negocio de los alimentos tiene varias vertientes. Por un lado la propia producción de alimentos con sus costes reales. Por otro la desviación de alimentos para la producción de combustibles, lo que además encarece los precios. Además hay problemas añadidos como la propiedad de la tierra, la aparición de los transgénicos o la destrucción del ecosistema por la sobreexplotación.
También el problema del agua y de la pesca se suman para hacer cada vez más difícil un equilibrio sostenible.
Pero el mayor problema aparece cuando, tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, los especuladores del ladrillo buscan en los alimentos una nueva manera de ganar dinero rápido. En el mercado de futuros se especula con contratos ligados a las materias primas y los alimentos son tratados como una materia prima más.
Esto hace que los precios se disparen y como hay grandes ganancias este mercado atrae a más y más especuladores que no paran de inflar los precios, llevando el hambre a cotas nunca vistas.
Tal vez la única esperanza esté en lo que se ha llamado “soberanía alimentaria”, una nueva manera de producir, comercializar y consumir que enfrenta esta especulación y al propio mercado alimentario.
El pasado 24 de enero presenté mi último libro “El negocio del hambre. La especulación con alimentos” en la Asociación de Vecinos Valle-Inclán de Prosperidad de Madrid. Ante todo quiero dar las gracias a todos los integrantes de dicha Asociación, ya que con estos actos ayudan a quienes estamos en la lucha por un mundo mejor.
Una vez más quiero agradecer a todos los asistentes a la presentación por su presencia, pero también por sus múltiples intervenciones, todas interesantes y preocupadas por dar soluciones a lo que se presenta como un problema mundial. Yo estuve muy a gusto y espero que entre todos encontremos la vía para construir un mundo más justo.