Quizá porque todavía mantenemos una mentalidad escolar, en este tiempo siempre se nos ocurre hacer una revisión del curso que se está acabando. Este no ha sido anodino, todos los días los medios de comunicación nos han ido asaltando con noticias preocupantes.
La crisis económica, que ya arrastramos desde el año 2007 cuando sonaron las alarmas de las hipotecas sub-prime de Estados Unidos, se ha ido agravando, el paro ya alcanza a más de 6 millones de personas con todo el desgarramiento humano que ello implica, la economía se hunde.
Cada día descubrimos más tiendas cerradas en nuestro barrio. Pero lo peor es que no se percibe una recuperación a pesar de los discursos alentadores del Gobierno. Y esta crisis está llevando a la pobreza y a la desesperanza a España y a todos los países mediterráneos. Ya empezamos a estar hartos de hablar todos los días de la crisis.
Pero hay más, cada día aparecen nuevas tramas de corrupción en las que están implicados políticos y empresarios. Aparecen cuentas secretas en Suiza y en otros paraísos fiscales y ahora resulta que los grandes bancos y las grandes empresas tienen sociedades instrumentales en paraísos fiscales, sospechamos para ocultar fortunas y para evadir impuestos.
Se está hundiendo la credibilidad de las grandes instituciones del Estado, se está agotando el modelo político del bipartidismo creado en la transición, nos percatamos de que nuestra democracia está manipulada.
Esta situación ha impulsado el surgimiento de multitud de movimientos, plataformas y mareas exigiendo una sanidad y una educación pública de calidad, sin recortes, parar los desahucios, un trabajo digno, una democracia participativa. Nuestras calles se están llenando de manifestaciones multitudinarias.
Y nos estamos percatando de que todas estas plataformas, los sindicatos y algún partido están pidiendo lo mismo, un cambio de rumbo, una reforma profunda del sistema político y económico. Se está pidiendo que se prioricen los derechos fundamentales de los ciudadanos, se está pidiendo la prioridad del trabajo, de los servicios públicos de calidad, se está pidiendo una democracia participativa, una gestión del Gobierno transparente, sin trazas de corrupción.
Nos estamos dando cuenta de que todos queremos lo mismo aunque tengamos talantes y estilos diferentes, aunque unos se centren en la sanidad y otros en las escuelas y esto es muy importante.