Los asuntos de la Unión Europea (UE) nos suelen parecer un poco lejanos pero cada día inciden más en nuestra vida de forma determinante. Las directrices de la UE fijan la trayectoria que deben seguir los estados miembros en temas tan importantes como la política económica y financiera, la deuda pública, la legislación laboral, la educación y muchos otros de gran incidencia en nuestras vidas.
Los recortes presupuestarios que todos sufrimos en sanidad, en educación, en las prestaciones sociales y en muchos otros servicios son consecuencia de la política que la UE ha adoptado para que los Estados miembro controlen el déficit público y paguen la deuda.
Pero esta Europa está dominada por el gran capital, por el capital financiero, es la Europa imbuida por la ideología neoliberal pura y dura, por el llamado “pensamiento único” que no admite otras alternativas.
Es la Europa que está agudizando las desigualdades sociales y económicas, la de los recortes presupuestarios y las privatizaciones, es la Europa incapaz de resolver el angustioso problema del paro, la que es incapaz de superar la crisis financiera que arrastramos desde hace siete años.
Las elecciones europeas abren a los ciudadanos la posibilidad de imprimir un cambio de rumbo, son importantes y no podemos permanecer indiferentes, tenemos que participar.
Es la primera vez en la historia de la UE que el Parlamento Europeo, la única institución absolutamente democrática cuyos integrantes son elegidos por los europeos, va a proponer al candidato a la presidencia de la Comisión (el órgano ejecutivo de la Unión).
A veces se denuncia que la estructura de la UE y del sistema electoral establecido está concebida para que nada cambie, para que se produzcan alternancias de equipos de gobiernos sin cambiar las claves del sistema político y económico, sin poner en cuestión los intereses del capital.
Esta denuncia es sólida y por esta razón es necesaria una participación masiva de todos los que apostamos por un cambio de rumbo, por una Europa con profundos valores sociales y democráticos que priorice los intereses de los que viven de su trabajo, de los que viven de las pensiones, de los que necesitan las prestaciones sociales.
Esta apuesta no es fácil, lo sabemos, pero se puede lograr si un grupo político con una decidida voluntad de cambio logra un grupo parlamentario fuerte en el Parlamento Europeo y tiene un gran apoyo popular.