Es importante primar el desarrollo de la cultura popular en los barrios de las ciudades y en los pueblos, promover los pequeños grupos de música, desde batucadas a bandas u orfeones, de teatro, de cualquier actividad cultural procurando ir elevando el nivel.
Se puede lograr una cultura y una sensibilidad artística en los barrios, lo popular no es contradictorio con la calidad.
Hay muchos ejemplos de desarrollos culturales populares que han alcanzado un excelente nivel y han contribuido de forma notable a la formación artística y humana de la población. Recordemos las múltiples bandas de música de los pueblos de Valencia que han sido escuela de muchos músicos de las mejores orquestas sinfónicas, a los orfeones y coros, a los grupos de teatro de aficionados de donde han surgido excelentes actores y actrices.
El famoso teatro de La Barraca de García Lorca logró compaginar lo popular con una excelente calidad. Las Misiones Pedagógicas de la II República tenían este objetivo.
Además, el desarrollo cultural que propugnamos es una escuela de participación. Vivimos en una sociedad pasiva, durante horas se ven programas de televisión anodinos, incluso se oye música pero no participamos.
Otra aportación importante es la que promueve múltiples lugares de encuentro de jóvenes y de mayores con un interés común. Centros de relación que rompen el individualismo de una sociedad en la que se vive aislado.
El nivel cultural de un país no se evalúa por los grandes eventos musicales o de cualquier otra actividad artística, se evalúa por el nivel medio de la población, de los barrios, de los pueblos.
En los años de la euforia del caucho natural del Brasil, de las zonas del Amazonas, los terratenientes enriquecidos construyeron un teatro de ópera en Belén e invitaron a los mejores tenores y sopranos de la época pero el nivel cultural de Brasil no se elevó.