por Blanca García, vecina
Estamos tan acostumbrados a considerar que la cultura es eso que encontramos en los museos, en las grandes bibliotecas o en los conciertos de música clásica – que nos convierten en meros espectadores -, que nos olvidamos de esa otra cultura de la que cada uno de nosotros podemos ser actores protagonistas.
Estamos tan acostumbrados a considerar que la cultura es eso que encontramos en los museos, en las grandes bibliotecas o en
los conciertos de música clásica – que nos convierten en meros espectadores -, que nos olvidamos de esa otra cultura de la que cada uno de nosotros podemos ser actores protagonistas.
En los desayunos vecinales, de los martes en la Asociación, estuvimos hablando
de la importancia de las actividades culturales que se realizan en el barrio, y la necesidad de espacios para
su desarrollo en unas condiciones que nos permitan disfrutar de ellas a los
vecinos.
Es cultura contar un cuento a un niño, formar parte de un coro, hacer tai-chi, ir a un club de lectura, aprender a bailar
salsa, enseñar el pasodoble al que no sabe, probar las comidas venidas de fuera con los trabajadores que llegan de otros países, practicar idiomas o pasear en bici por la ciudad, reunirnos para comentar la última película que hemos visto,
comentar con nuestro librero de referencia por qué tal o cual novela nos ha gustado o no; es cultura representar una obra de teatro de aficionados en un local pequeño, o hacer un paseo fotográfico por el barrio y luego exponer los resultados.
Es cultura aprender en la jubilación a manejar un ordenador, o a escribir la historia de tu vida, o recuperar ese idioma
extranjero que estudiamos en el bachillerato y se nos ha olvidado…Y esa cultura la necesitamos diariamente,
aunque no reparemos en ello.
Madrid es una ciudad muy grande, y muy cara.. Necesitamos lugares de encuentro, saber qué actividades se realizan cerca de
casa que no nos supongan grandes desplazamientos ni gastos extraordinarios.
Necesitamos espacios públicos en donde los coros de aficionados puedan ensayar,
los niños puedan jugar en grupo fuera de las horas de clase, y la interrelación
entre los vecinos facilite el enriquecimiento de los unos con los saberes de otros.
¿Qué tenemos, qué necesitamos, qué queremos para que nuestro barrio sea un hervidero cultural, contrapunto de esa otra
Cultura con mayúsculas, imprescindible, pero que basa su desarrollo en el caldo de cultivo de una ciudadanía a la que el conocimiento de sus saberes impulsa a trasladarlos a otros y a reconocer lo que desea aprender de los demás?
Por eso, el 7 de junio la Asociación de Vecinos Valle-Inclán reivindicará espacios y actividades culturales en la Plaza de la Prospe, al alcance de cualquier bolsillo… Los poderes públicos tienen ahí una responsabilidad, y vamos a exigirla.
Ayúdanos con tus propuestas.