Uno de los problemas más graves de la humanidad es el cambio climático, el incremento de la temperatura global de la tierra. Ya se ha detectado una subida global de más de un grado. Las consecuencias son múltiples y se manifiestan de forma más acusada en unas regiones que en otras, en general son más graves en los países pobres.
Se están produciendo sequías extremas que arrastran al hambre a amplias regiones, la pluviometría es extremadamente irregular con lluvias torrenciales que ocasionan devastadoras inundaciones, el deshielo de los casquetes polares está ocasionando una subida del nivel del mar que ya está causando la inundación de tierras bajas como los arrozales de Bangladesh y de muchas otras regiones. Además se está acidificando el agua de los océanos, el pH ya ha descendido de 0,14 a 0.40 con graves alteraciones en el desarrollo de muchas especies.
La causa de este incremento de la temperatura es la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI), principalmente de CO2, que actúan dificultado el enfriamiento de la tierra y rompiendo el equilibrio térmico.
Los gases de efecto invernadero se originan principalmente en el uso de combustibles fósiles, del carbón y del petróleo en las centrales eléctricas, en los coches, en las calefacciones y en multitud de otros usos.
La concentración de CO2 era de 300 ppm en el año 1995 y en el 2015, 20 años después, es de 400 ppm. Se estima que el incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera desde el inicio de la industrialización es de un 150 %.
EL próximo día 30 de noviembre se va a reunir en París la Conferencia del Cambio Climático auspiciada por la ONU. Se va a plantear que el incremento de la temperatura global no debe incrementarse en más de 2º C al final de este siglo. Si continuaran las emisiones de CO2 como ahora la temperatura subiría unos 2,7 º C o más. Se calcula que si eso ocurriera se agudizarían sensiblemente los efectos catastróficos del cambio climático y podríamos entrar en una situación irreversible.
El objetivo de la Conferencia es aprobar una serie de medidas vinculantes por todos los Estados asistentes para la restricción de las emisiones. Los países más contaminantes son los de mayor desarrollo.
La apuesta es difícil porque exige profundos cambios tecnológicos, plantea grandes problemas de financiación, el cambio de algunos hábitos muy arraigados de la población y la resistencia de los grupos financieros que ven afectados sus intereses como los vinculados con los combustibles fósiles, con el carbón y el petróleo, con la industria automovilística y con muchos otros sectores.