Quisiéramos empezar el año transmitiendo un llamamiento a la esperanza pero lo tenemos difícil, guerras, hambrunas, caravanas de refugiados caminando con un rumbo incierto y en España el paro, el empobrecimiento de la población, los recortes presupuestarios y ahora, además, una situación política muy complicada para lograr formar un gobierno estable que sea capaz de impulsar mejoras sensibles que repercutan en la población.
Pero hoy, sin olvidar la situación real del país, queremos hacer un esfuerzo para encontrar indicios de esperanza.
Cuando nos sentamos en un banco de uno de estos parques de barrio lleno de niños que corren, los más pequeños sin rumbo definido, cuando vemos su desbordante vitalidad, cuando percibimos su alegría, su sonrisa en los labios, hay motivos de esperanza.
Cuando vemos a una pareja besándose en silencio en un parque o a unos ancianos andando pesadamente cogidos del brazo e intentado ayudarse mutuamente, hay motivos de esperanza.
Cuando vemos a una mujer joven mirando con ternura al bebé que lleva en sus brazos, hay motivos de esperanza.
Cuando recordamos que estas Navidades se han sentado apretados alrededor de una mesa muchas familias, los abuelos, los padres, los nietos pequeños y muchas veces un amigo que se encontraba solo en estos días y la comida ha transcurrido en un tono alegre y distendido, hay motivos de esperanza.
Cuando miles de hombres y mujeres se enrolan en organizaciones humanitarias y marchan a países lejanos donde sufren hambrunas, enfermedades o guerras, marchan sabiendo que corren un riego pero les motiva la posibilidad de poder aliviar el dolor y las penalidades de aquella pobre gente, hay motivos de esperanza.
Cuando sindicalistas y también algún político luchan para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, muchas veces en condiciones de semi esclavitud, cuando luchan para salvar la situación de los más necesitados, hay motivos de esperanza.
A pesar del dolor, del sufrimiento de millones, hay esperanza, nunca hay que perder la esperanza de que podamos lograr un mundo más justo, más igualitario, sin las escandalosas diferencias sociales y económicas de ahora, diferencias entre los que están en la miseria y los que viven en la opulencia.
Hay esperanza pero para lograr ir adelante hay que esforzarse, hay que luchar sin desanimarse.