En los últimos años se están produciendo cambios vertiginosos en las sociedades occidentales aunque en casos concretos están faltando a la ética más elemental.
Con motivo del traspaso de poderes de la Presidencia de la ONG “MÉDICOS SIN FRONTERAS”, hemos tenido constancia de cómo estos profesionales están, no sólo realizando una labor humanitaria, atendiendo a todas las personas que precisan cuidados médicos en los diferentes conflictos bélicos y en situaciones de emergencia de los emigrantes en su éxodo hacia Europa o hacia territorios más seguros, sino que también están siendo testigos y denunciantes de que se están bombardeando hospitales de un modo sistemático, no como “efectos colaterales” o “errores de guerra”, sino planificados y siendo ellos mismos, los profesionales objeto de persecución por atender a pacientes que son considerados enemigos por los gobiernos de los países en guerra.
Occidente tiene recursos para organizar Juegos Olímpicos, Champions league,… y sin embargo no es capaz de organizar la acogida a migrantes y refugiados, es más, rechaza ejercer esta básica regla ética con personas que lo necesitan, e incluso realiza acciones que promueven en las poblaciones “temor al diferente”.
Simultáneamente a estos comportamientos de los Gobiernos, se está dando una amplia solidaridad entre la sociedad civil y gobiernos municipales, que según la misma organización de Médicos sin Fronteras, están respondiendo incrementando los compromisos de ayuda, a pesar de la crisis que están sufriendo.
En estos momentos cuestionar y exigir una correcta gestión de la Migración se hace más necesaria y urgente que nunca