En la primera semana de junio tuvo lugar el cambio de gobierno tras la moción de censura al PP. Se trata de la primera vez en la historia reciente de España que un presidente llega al poder por esta vía. Todo ocurrió en una semana, un tsunami político que se llevó por delante al partido del gobierno.
La sentencia de la Sección Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional, dejó al PP descolocado y sin argumentos, ya que consideró acreditado que las empresas de Correa y el Partido Popular realizaron “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y local a través de su estrecha y continua relación con influyentes militantes de dicho partido»..
La trama Gürtel no ha puesto su final ya que todavía quedan causas pendientes como la Púnica y Lezo, en fase de instrucción que irán minando la imagen del PP.
Las dificultades del nuevo ejecutivo se presentan desde el punto de salida, ya que se encuentra en una mayoría minoritaria para hacer frente a las promesas que hizo el PSOE en las elecciones de 2016, y con escaso tiempo para cumplirlas, las próximas están a la vuelta de dos años. Los cambios que demanda la ciudadanía son de calado y requieren consenso con los partidos del hemiciclo. Se les puede situar en dos planos: el social y el territorial, claramente conectados entre sí.
En el primero hay que incluir la derogación de la ley mordaza, el cumplimiento de la ley de la memoria histórica, la renovación del consejo de RTVE, la ley de la eutanasia, la anulación de la reforma laboral, por lo menos, en sus aspectos más controvertidos, la modificación del código penal para los delitos sexuales, el sistema de pensiones, la eliminación de la brecha salarial entre hombres y mujeres. En el político la definición del Estado Español, ¿Federal? ¿Plurinacional? y como consecuencia la organización territorial y modificación de la Constitución. Encontrar una solución al «procès» catalán, y la vuelta de los presos catalanes y vascos a cárceles de sus respectivos territorios. De cara al exterior mejorar la imagen del Estado Español en Europa, muy controvertida por la escasa cultura democrática que el anterior ejecutivo demostró en el caso catalán.
El nuevo ejecutivo ha empezado a andar y se ha definido como el de la igualdad de hombres y mujeres, progresista y europeísta, por el lado de la izquierda y defensor del liberalismo económico para calmar a los mercados. Todo ello sin olvidar que tras los asfixiantes años del ejecutivo del PP, el Gobierno de Sánchez ha creado grandes expectativas en amplios sectores de la población a los que no debería defraudar. El tiempo lo dirá.