Ojalá nos sorprenda
-más allá del tópico y el ruido-
una Navidad distinta y mejor,
hecha de materiales nobles y sencillos:
la alegría, la ternura, el silencio,
la palabra suave y amorosa,
la complicidad con lo pequeño,
las heridas limpias, las lágrimas calladas,
la emoción contenida,
el abrazo,
la dulce compañía,
el dolor compartido,
el ancho territorio del corazón
y su pedagogía.
Una Navidad generosa, solidaria,
rebosante de humildad,
de vibrante humanidad,
de cálidos mensajes
y colores de fiesta.
Que esta Navidad
nos encienda el propósito
de vivir con audacia,
con lucidez y sabor,
sin tedio y sin pesadumbre,
rehuyendo la mediocridad.
Con todos estos deseos
me reafirmo y sostengo:
¡Feliz Navidad!