La comisión del 8 de marzo (Comisión 8M) planteó la huelga feminista y la manifestación con el lema unitario: Hay más de mil motivos y los focalizó en tres aspectos: laboral (en sectores altamente feminizados como educación, sanidad y tele marketing), cuidados (porque la mayor parte de ellos, atención a los hijos y a los mayores recae en las mujeres), y consumo, apoyándose activamente en el movimiento estudiantil.
La manifestación del 8 de marzo lanzó a la calle a casi cuatrocientas mil personas, mujeres, jóvenes, abuelas, chicos, mayores, niños en una manifestación transversal y transgeneracional como no se había conocido antes.
Los sindicatos han subrayado como novedad, que este año se ha producido un incremento de la jornada de huelga en las industrias del metal y similares, en la que trabajan principalmente hombres.
Pero no se puede olvidar a las mujeres que no pudieron ir a la huelga como las migrantes y refugiadas, víctimas de todo tipo de abusos y violencias machistas, las que tienen trabajos precarios, que apenas sobreviven con los escasos sueldos que obtienen y, sobre todo, a las que han callado para siempre porque han sido despojadas de sus vidas a manos del machismo y el patriarcado.
Fue una jornada de celebración por los logros alcanzados por muchas mujeres, que no están y que dejaron su existencia en esta lucha, las abuelas y madres de las que ahora salen a la calle. Pero también se reivindicó por lo que queda por hacer para la igualdad como la brecha laboral, el techo de cristal y la violencia de género. En lo que va de año, 12 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas, y desde que existen estadísticas, enero de 2003, 944 mujeres murieron asesinadas. La financiación para las políticas contra esta lacra debe estar incluida en los presupuestos generales, con programas ambiciosos, y reales, porque caso contrario son palabras vacías.
Se habla de que el feminismo es una moda y un oportunismo de los partidos, el tiempo lo dirá, pero ya está en la agenda social y política de los gobernantes. Saben que tienen que oír las demandas de las mujeres, y poner en práctica sus reivindicaciones si quieren lograr una sociedad democrática e igualitaria. La igualdad cuesta dinero el poder y los empresarios lo saben y no deberían mirar para otro lado.
No obstante, todavía hay partidos estatales como el PP que impulsan políticas de fuerte calado neoliberal que van en contra de la igualdad de género, o que cuestionan la conquista del aborto, pero que no tienen ningún reparo en utilizar el vientre de la mujer como una fábrica de generar niños. O Ciudadanos que se sumó a la huelga con muchas reticencias y se sacó de la manga la etiqueta de feminismo liberal que ni las más sesudas teóricas del feminismo entienden lo que se esconde baja esas dos palabras. Lo conquistado no es definitivo, ante el empuje de otras fuerzas que realizan una ofensiva ultraderechista y patriarcal.
El feminismo que salió el 8 de marzo y el que siguió la huelga es un movimiento inclusivo de mujeres y hombres que se sientes feministas y que también luchan por la igualdad, porque el feminismo beneficia a todos. Es un tsunami imparable que lleva a una sociedad mejor.
La comisión de mujeres de la ONU lanzó para este año el lema “Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio” y coloca la innovación social de las mujeres y niñas, y para las mujeres y las niñas, en el centro de los esfuerzos para lograr la igualdad de género. Incluyen en la innovación social a la planificación urbana, ciudades seguras, aprendizaje electrónico, guarderías infantiles asequibles y de calidad, tecnología diseñada por mujeres, para impulsar el movimiento de la igualdad de género, que establecen la meta para el 2030.
El feminismo tiende a ser visto para su comprensión en diferentes olas cronológicas. Se dice que ahora estamos en la tercera ola, la del empoderamiento de la mujer y que su papel está en múltiples espacios de la sociedad, siendo competitiva e independiente para transformar las relaciones de poder entre el hombre y la mujer.
Hace un siglo las sufragistas inglesas pedían el voto para la mujer, ahora hasta el 2030, celebremos los logros alcanzados y reivindiquemos lo que queda por conseguir que todavía falta mucho. Como se leía en una hermosa pancarta el 8 de marzo: Somos imparables, feministas siempre.