En estos tiempos en que lo inmediato, lo instantáneo, las luces cortas… es lo que prima, es preciso reflexionar sobre la educación y los logros que se quiere conseguir a través de ella respecto a la formación de futuros ciudadanos.
La escuela juega un papel esencial como nivelador social, como posibilidad de que todas las personas tengan igualdad de oportunidades. En momentos como el actual, en los que se están produciendo grandes cambios y visiones distintas del mundo, es necesario que se ayude con la calidad educativa a una humanización y no a una degradación de la especie humana.
En la universidad, como bien ha dicho recientemente Victor Guzmán, rector de la universidad Pablo de Olavide ”hay que formar personas y darles herramientas para favorecer la capacidad de reflexión y de pensamiento crítico”.
Se ha impuesto una oferta de estudios que facilita encontrar empleo, solo una “escuela de empleo” y se transmite la idea de que lo único importante es estudiar y preparar a las personas para conseguir un puesto de trabajo. Lo que habría que hacer es, además de ello, formar personas que den respuesta a los retos del presente y que, simultáneamente, puedan contribuir a una sociedad más justa.
El conocimiento y la investigación en España están en un lugar bajo en relación a otros países de la Unión Europea. Ocupa la décimo séptima posición en cuanto a la inversión del PIB en esta materia y hoy día las comunidades autónomas requerirían contar con leyes autonómicas de universidades que actualizasen sus posibilidades para afrontar los retos que se plantean.
Uno de estos retos es la revolución tecnológica donde “los algoritmos deciden por los ciudadanos, pero no pueden pensar por estos, y, aunque llegaran a pensar, harían falta personas formadas para tomar las decisiones de un modo ético”.
Por otro lado, es urgente que entren cada vez más mujeres en este mundo de tecnología y que participen e intervengan en las decisiones que van a afectar a nuestras vidas para que su evolución no la construyan solamente los hombres.
Las niñas, en general, no eligen estudios relacionados con la tecnología y es importante que se les facilite desde el aula las materias y profesiones vinculadas. Hay, además, pocos referentes femeninos en este mundo de la matemática y la tecnología y ello dificulta su elección.
Si no fuera así y las mujeres no se incluyeran en la evolución tecnológica, se podría repetir lo ocurrido durante siglos de partriarcado: que solo los hombres han sido artífices de los avances culturales, científicos, políticos…
La revolución feminista que ha llegado y lucha por la igualdad de hombres y mujeres ha de impulsar todos los aspectos de la vida pública, y este es uno más.