Hace varias semanas, en la A. Vecinal, tuvimos el encuentro con Marcos Roitman, Profesor de la Facultad de Sociología de la Universidad Complutense y Analista de América Latina, para informarnos sobre los dos países que en los últimos meses de 2019 han copado los medios de comunicación: Chile y Bolivia.
Para el profesor Roitman, los procesos son bien distintos, en el primer país se trata del desarrollo de las políticas neoliberales y sus consecuencias en la población. Es la refundación de un orden dirigido por la economía libre de mercado, para convertir al ciudadano en mero consumidor, con el fin de obtener una sociedad despolitizada y desideologizada. El estallido de Chile, tiende a explicarse por la subida del metro, y encasillarlo en una protesta de niños ricos, como algún ideólogo y escritor neoliberal de renombre lo presenta. Tal visión es alejarse de las razones que han llevado a la gente a salir a las calles, el aumento de la pobreza, la subida de las tasas universitarias, el crecimiento del paro, la prosperidad de la burguesía y el empobrecimiento del resto de la población. Chile se rige por la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet (1983-1990). Una de las principales demandas de los manifestantes es la creación de una Asamblea Constituyente democrática para construir un nuevo orden democrático y de justicia social.
La crisis provocada en Bolivia, fue un golpe de Estado. Uno de los defensores del neoliberalismo S. Huntington, considera que la democracia no es necesaria para todos, y cuando no opera en función de los intereses del sistema capitalista hay que ponerle unos límites. Así establece que “La democracia es solo una de las maneras de constituir la autoridad, y no es necesariamente aplicable de forma universal. El funcionamiento efectivo de un sistema democrático requiere cierto nivel de apatía y de no participación por parte de algunos individuos y grupos”. Si una democracia no es útil para los sectores económicos dominantes, incluso cuando han perdido su posición dominante en la democracia representativa, inician un proceso de restauración de su poder a cualquier precio: golpe de estado, sabotajes, abusos de fuerza, etc. En el caso de Bolivia la clase dominante intervino en el proceso electoral, que dio lugar a un golpe de estado, al acusar a Evo Morales de fraude electoral.
La opinión internacional hizo propias las afirmaciones de los sectores económicos y sociales que estaban en contra de la cuarta reelección de Morales. En palabras del profesor Roitman “mientras las revoluciones populares defienden la vida, producen dignidad, justicia social, fomentan la participación en los procesos de toma de decisiones, los golpes de Estado generan miseria, exclusión social, y desigualdad”.
La presidenta interina de Bolivia prometió nuevas elecciones en abril, y las fuerzas políticas partidarias del golpe se han puesto de acuerdo para que Evo Morales no pueda presentarse, aunque su partido el MAS, conforme a los sondeos, es la opción más votada.
En los dos países se aplican elementos para afianzar una restauración neoliberal e impedir cualquier cambio. En Chile para que la población se mantenga en más de lo mismo, al servicio de las clases dominantes que representan el modelo neoliberal de las transnacionales, que lleva a grandes sectores de población a un modelo de vida de pura supervivencia cuando no empobrecimiento extremo.
En Bolivia utilizando el desprestigio de la opción más votada. Las conquistas sociales alcanzadas durante el periodo de la presidencia de Evo Morales, no parece que tengan buen futuro.