ENTREVISTA A FÉLIX ARIAS, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN VECINAL VALLE INCLÁN
El presidente de la Asociación Vecinal Valle Inclán, Félix Arias, es un arquitecto especializado en urbanismo que ha dedicado su vida profesional a trabajar en Madrid, sobre Madrid y por Madrid. Los diferentes cargos públicos que ha ido ocupando, tanto en la administración local, como regional o central, han ido siempre acompañados de una militancia comprometida y activa en partidos o en organizaciones de la sociedad civil, activismo que comenzó en los ya lejanos años setenta, antes incluso de que se constituyeran los primeros ayuntamientos democráticos. Desde aquellos tiempos, su vida profesional ha transcurrido por la Dirección General de Urbanismo de la Comunidad de Madrid, de la que estuvo al frente entre 1983 y 1991; por el Ayuntamiento de Madrid, en el que participó en el Plan General que se hizo en la época de Enrique Tierno Galván como alcalde, y, unos años después, entre 2003 y 2007, como portavoz de Urbanismo, Vivienda e Infraestructuras de la oposición. Ha estado a cargo de organismos públicos, como SEPES, y fue director general de Suelo y Políticas Urbanas en el Gobierno. Si a esto le sumamos varios libros y artículos de investigación y tres Premios Nacionales de Urbanismo, tenemos claro que la Asociación Vecinal de la Prospe cuenta con una voz realmente autorizada para hablar de la ciudad, de los vecinos y vecinas y de sus problemas. Por eso también, Félix Arias ha estado especialmente comprometido y activo en contra de la Operación Chamartín, de la que ha sido uno de los principales detractores.
En estos momentos, su compromiso es sobre todo con la Asociación de vecinos Valle Inclán, que preside desde 2017. Tiene tiempo también para el Club de Debates Urbanos, del que es vicepresidente. Hablamos con él cuando acabamos de entrar en la Fase 2 de la desescalada; vamos dejando atrás la grave crisis sanitaria, al mismo tiempo que comienza a dar la cara la enorme crisis social y económica, que ya está aquí. Desde Prospereando hablamos con Félix Arias de la importancia que han tenido las asociaciones y las redes vecinales en los difíciles meses de confinamiento, de sus retos, del futuro del movimiento vecinal, y de mucho más.
¿Cuál es el papel de las asociaciones vecinales en estos momentos?
Para mí tiene un doble componente. Por un lado, se trata de la intervención en la ciudad, en el barrio, en las cuestiones que parecen más problemáticas; pero, además, está lo que para mí es casi lo más importante: el mantenimiento de una estructura funcional. Se trata de que los movimientos sociales no sean solo burbujas en determinados momentos más o menos candentes, sino que exista un tejido formado por gente que colabora y mantiene funcionando unas entidades que, según qué épocas, están más bajas y tienen menos actividad o tienen más trabajo y activismo. En la asociación tenemos lo que llamamos “permanencias”, que es gente que se ocupa de que funcionen los talleres, de organizar conferencias, y también de la coordinación con luchas o reivindicaciones de otros movimientos; aparte de que en determinados momentos salgas más a la calle o hagas una acción, que es lo que más se ve. La asociación cuenta con quinientos socios, de los cuales treinta dedican una mañana o una tarde a la semana a la asociación, permanentemente. Y llevamos trabajando más de cuarenta años. Aunque es algo que no se ve ni se conoce, el mantenimiento de la estructura es muy importante. Esa situación de tener una red de gente organizada, para mí ha sido, es y será una aportación muy importante de las asociaciones de vecinos.
¿Cómo valora el papel o el trabajo que han tenido las asociaciones de vecinos en esta crisis sanitaria?
Nuestra asociación de vecinos como tal no ha cumplido un papel especifico en esta situación de confinamiento; la infraestructura estaba cerrada por obligación; además, las personas que más participamos en la asociación de vecinos y las que la mantenemos somos población vulnerable por nuestra edad. Lo importante no es tanto lo que hace la asociación, como lo que hace gente de la asociación.
Hay personas de la asociación que han estado colaborando con otros grupos del barrio, como Jaire o La Prospe; hemos estado conectados con la FRAVM (Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid) telemáticamente. En esa medida, se ha participado en toda una serie de cuestiones. La gente que colabora con la asociación de vecinos es gente comprometida con el barrio y también con el voluntariado. Incluso en las épocas menos intensas han prestado sus servicios y sus horas; es gente que contribuye en las redes sociales, contribuye al debate vecinal, participa en las iniciativas que se montan en el barrio, aunque no las monte la asociación; me estoy refiriendo a las redes vecinales. En este periodo lo fundamental ha sido el apoyo a las redes de cuidados en los barrios.
¿Cómo han funcionado las redes vecinales de la Prospe? ¿Cuáles son los principales problemas que ha habido que afrontar en el barrio durante la crisis sanitaria?
Se podría distinguir entre los aspectos más coyunturales, y los estructurales. A los pocos días de declararse el estado de alarma, se reaccionó para montar una red de cuidados en la que ha participado gente fundamentalmente de la Escuela de la Prospe, de Jaire y gente de la asociación Valle Inclán. Nos dimos cuenta de que había personas mayores que no podían salir de casa para hacer la compra o para comprar las medicinas que necesitaban, personas que necesitaban apoyo personal. Era necesario ayudar a la gente confinada en su funcionamiento diario; pero inmediatamente, todo se fue complicando más. Asociaciones como Jaire, que trabaja con familias vulnerables de la zona y sobre todo con niños y adolescentes, nos iban transmitiendo la situación de familias que no tenían para comer, que no podían pagar el alquiler; niños que no tenían herramientas adecuadas para continuar sus estudios en casa porque no tenían internet…. Entonces, empezamos a ver que el problema ya no era el confinamiento, sino la crisis estructural que estaba debajo y que estaba saliendo a la superficie por la situación de confinamiento; me refiero a gente sin recursos suficientes para llegar a final de mes, familias sin trabajo, sin medios digitales. Pero eso es un problema estructural, no es un problema del Covid, lo que pasa es que el Covid lo ha sacado y lo ha puesto encima de la mesa. Incluso llegó un momento, al cabo de unas semanas, en que el Ayuntamiento, en lugar de reforzar sus servicios, lo que hizo fue dirigirse a las redes vecinales, para que solucionáramos la situación; fue un planteamiento realmente chusco. Hay gente que, al no estar empadronada o no tener papeles, no pueden recibir ayuda de los servicios sociales municipales. Ahí ha surgido un problema político muy importante, en el sentido de que las redes de vecinos se han visto obligados a tener que explicar cuál es su función llegando incluso a que la Red de Cuidados de Madrid haya tenido que elaborar un manifiesto para declarar que nosotros no estamos para hacer caridad, sino para ocuparnos de nuestros vecinos. Lo primero que hicimos fue exigir al Ayuntamiento que cumpliera con sus responsabilidades, que potenciara los servicios sociales, que los apoyara con más recursos, con más personal y que organizara los repartos. Sin embargo, lo que hicieron fue pedir a la red de cuidados que nos ocupáramos de hacer las cosas que eran de su responsabilidad. Los voluntarios, las redes vecinales, defendemos la solidaridad y apoyamos la cooperación con los vecinos con más problemas para resistir, para sobrevivir, cuando las instituciones no resuelven los problemas. Lo que no puede hacer un Ayuntamiento es pedir que vengan voluntarios y les resuelvan problemas que les competen.
Dices que el Ayuntamiento ha pedido a las redes vecinales que se hicieran cargo de los problemas sociales que iban surgiendo con la crisis sanitaria, ¿de qué manera se comunicaba esta petición?
A través de los técnicos. Los políticos han sido unos absolutos ignorantes, se han mantenido al margen de todo, se han dedicado a hacer política con minúsculas, a hacerse la foto diciendo que se estaban repartiendo menús, aunque no los repartieran ellos; sin embargo, he de decir que los técnicos municipales, en general, son personas capacitadas, responsables y con empatía hacia los problemas sociales; ellos son los que se han dejado la piel en el Ayuntamiento y además han estado en contacto con las redes de ayuda. Pero la política municipal ha consistido en dejar solos a los servicios sociales, no aportar más recursos, y, además, no reconocer el servicio que estaba aportando la red de cuidados locales.
Tras esta pandemia, ha quedado claro el peso o la importancia del tejido asociativo. Crees que es un buen momento para replantearse el peso y el trabajo de las asociaciones de vecinos y tomar alguna iniciativa para fortalecerse ante la ciudadanía y ante el Ayuntamiento.
Yo creo que una función básica que tiene que cumplir las asociaciones de vecinos es de dinamización vecinal a través de una infraestructura que lo haga posible. Ahora, ¿podemos hacer más de lo que hacemos? Las asociaciones de vecinos vamos a tener un serio problema para mantener las infraestructuras, porque nosotros también nos estamos encontrando sin ingresos. Una asociación de vecinos como la nuestra no vive solo de las cuotas de los asociados, no vivimos de las subvenciones y ahora no vamos a contar con otras actividades que nos aportaban dinero, como rastrillos, las fiestas; vamos a tener problemas económicos, pero, además, hay mucha gente mayor vulnerable y alguna con ese miedo internalizado durante este periodo. La gente es más cauta y tiene miedo a posibles rebrotes, con lo cual, también el voluntariado dentro de la asociación está más contenido. De cara al futuro, si hay un rebrote, vamos a tener un problema. De momento, tenemos que pensar cómo vamos a seguir funcionando.
En relación a si habría que incorporar nuevos planteamientos a la asociación, yo creo que eso lo haremos convergiendo con otros movimientos. La convergencia es fundamental para plantearnos las acciones; en primer lugar, sobre cómo salir de la pandemia, porque salir del confinamiento va a suponer entrar en la crisis económica, aunque de esto se habla poco. Se termina la situación de alerta y empieza en serio la crisis, porque los ERTES se transforman en ERES, porque muchas de las tiendas que han estado cerradas por confinamiento no abrirán porque han quebrado, viene más paro y precarización laboral; nos vamos a encontrar situaciones muy graves desde el punto de vista social y económico. Las familias desconfinadas van a tener más problemas de los que han tenido durante el confinamiento. Ésa es la cuestión que hay que plantear como exigencia al Ayuntamiento, a la Comunidad y al Gobierno Central, habrá que exigirles que aporten los medios para no dejar a nadie atrás; el Ingreso Mínimo Vital es un comienzo, parece que algo hemos aprendido desde 2008. Esa situación de crisis agudizada que vamos a vivir a partir del verano es el tema que nos tenemos que plantear todos los movimientos sociales, y tenemos que converger en acciones, sobre todo, insisto, de exigencia a las instituciones.
¿El lugar para plantear esas exigencias podría ser la mesa de reconstrucción que ha creado el Ayuntamiento de Madrid?
A mí me da vergüenza hasta el nombre. De entrada, ya nos están diciendo que la reconstrucción empieza por el ladrillo. Tanto el Ayuntamiento como la Comunidad de Madrid, acaban llegando a que el ladrillo nos va a salvar, a que hay que construir como sea. Pues no, se están equivocando, aquí hay que hablar de muchas cosas y, desde luego, el ladrillo no es lo más importante ni mucho menos, al revés. Ese ladrillo, estructuralmente, nos crea más problemas; al final, o resolvemos nuestro modo de vida facilitando otras formas de empleo y otras formas de vida a medio y largo plazo o, si nos tenemos que basar en el ladrillo, esto no va a ningún sitio.
¿Hay espacio para la sociedad civil en esa mesa de reconstrucción, tal y como se habló en un principio?
Para mí, de momento, eso son palabras. Realmente, ninguno de los partidos que está ahí, en las mesas, cuenta con la sociedad civil, y digo ninguno. La derecha, como he dicho, atacando a los que recogen alimentos o a los que los reparten, o anulando los foros locales porque no quieren que haya participación. Se han cargado los foros porque para ellos la participación es instrumentalizar a la gente. El drama es que, o los partidos de izquierda son más coherentes con sus principios, o vamos mal; porque lo que estamos viendo es que la izquierda no llega está ausente. A mí no me sirve que Mas Madrid esté hablando de un pacto verde para la ciudad, en un momento en el que hay una crisis enorme. Y es que, además, Mas Madrid sigue apoyando la operación Chamartín. El PSOE creo que se ha abstenido en la aprobación definitiva de la operación Chamartín, pero no tiene una posición clara. Ninguno de los dos partidos de izquierda se ha puesto serio ante dos operaciones potentes que quiere licitar ahora el PP, que son el nudo Norte y el soterramiento de la A5: cada una de ellas va a suponer más de cien millones; y yo les pregunto a los partidos de izquierdas, ¿cómo no se oponen a estas licitaciones?, ¿es el momento de encargar obra para los próximos dos años a grandes constructoras que costaran más de doscientos millones de euros, en lugar de destinar ese dinero a los servicios sociales o a mejorar el transporte público y la movilidad peatonal en la ciudad? En ésas estamos, una situación en la que el presupuesto municipal se vuelve a dedicar a que los florentinos y los ferroviales hagan grandes obras en favor del coche, en un momento en el que lo que hace falta es destinar dinero al transporte público y a la movilidad peatonal y ciclista, y a los problemas sociales de la crisis inmediata que va a durar años.
Veo que la foto del Pacto de Cibeles no te gusta mucho
El planteamiento del Pacto de Cibeles por parte de la izquierda parece un débil programa electoral, es una carta a los reyes, que no hace un diagnóstico serio de la situación ni plantea las características de la crisis que se está agravando, una crisis peor que la de 2008, económica y social; no podemos estar hablando de pactos verdes, con generalidades sobre la justicia y la sostenibilidad, en lugar de enfocar en serio los problemas sociales, económicos y ecológicos; por ejemplo, no se puede estar hablando de llevar a cabo el Pacto de la Cibeles sin bloquear operaciones perjudiciales para la ciudad, que favorecen el coche y que destinan el presupuesto municipal a grandes obras de grandes grupos empresariales.
¿Cómo es la relación de la Asociación Vecinal Valle Inclán con el Ayuntamiento de Madrid?
Ahora mismo, la relación con el Ayuntamiento es deprimente. En estos meses, el Ayuntamiento únicamente ha contado con los movimientos vecinales o en general con los movimientos sociales del barrio a través de los técnicos; pero en el nivel político, se nos ha ignorado totalmente, salvo para apuntarse nuestro trabajo para hacerse una foto. Y, al mismo tiempo ignoran los movimientos vecinales, o los foros locales que son una institución municipal de participación ciudadana.
¿Están funcionando los foros vecinales?
Los foros estamos funcionando en algunos casos, algunas mesas tienen reuniones virtuales para colaborar con las redes de apoyo o ir pensando en el trabajo futuro, pero no tenemos un trabajo efectivo, porque nos han negado participar en las Juntas de Portavoces y ahora también en las Juntas Municipales. En el decreto que ha sacado el Ayuntamiento para la desescalada en el funcionamiento de las Juntas, no se incluye a los foros ni a las asociaciones de vecinos como participantes que pueden hacer preguntas o aportar algún tipo de propuesta, según establecen los reglamentos municipales. Los foros estamos funcionando informalmente, porque nos han prohibido funcionar formalmente. Desde la Concejalía de Participación, se nos ha transmitido una y otra vez, que los foros no podían funcionar oficialmente, porque son una institución municipal, y que lo que hiciéramos por nuestra cuenta no era una actividad del foro, sino de los componentes de una mesa que se reúnen por su cuenta y lo hacen a título personal; pero no como foro. Es más, se ha convocado una reunión telemática de vicepresidentes de foros, pero la hemos convocado nosotros. Se ha invitado a participar a la concejala y nos han contestado que no podían participar por problemas de agenda.
Hablando del futuro, ¿cuáles serían ahora los retos que tiene la Asociación Vecinal Valle Inclán?
Volver a funcionar, vamos a ver con qué nivel, qué régimen de funcionamiento podemos plantearnos; si se pueden montar talleres, si se pueden montar reuniones, debates, presentaciones de libros. Depende del aforo que se permita, que podamos trabajar más o menos. Tendremos que modernizarnos para llegar a gente que no pueda asistir al local, utilizando más las redes, colgando actividades en YouTube… El tema fundamental es coordinarse con otros movimientos para exigir que las cosas funcionen, que haya una política más vinculada a la crisis que nos vamos a encontrar; y que se dedique el presupuesto municipal a los temas sociales y de movilidad, que son los necesarios ahora, y no a montar negocios con las grandes constructoras. Va a haber mucho trabajo que hacer para seguir funcionando y para reclamar al Ayuntamiento que funcionen los foros, que podamos participar en las decisiones, que se ayude a la gente vulnerable, que se ayude al pequeño comercio. Es muy importante para vecinos, servicios y comercios de proximidad, priorizar a peatones y ciclistas en las calles y que funciones bien el transporte público. Hay mucho, mucho que hacer para que en la normalidad que se nos viene encima las cosas funcionen de una manera razonable, con más sostenibilidad, con más equidad y con más apoyo a los que más lo necesitan.
Desde el punto de vista de un arquitecto ¿cómo cree que van a ser las ciudades en la nueva normalidad, cree que cambiarán mucho?
Por desgracia, creo que no van a cambiar mucho, porque no hay voluntad política de que cambien. Al principio parece que sí, pero esto con los meses o los años se pasa. Está la experiencia de Londres, que después de las bombas en el transporte público, creció muchísimo la bicicleta; pero al cabo de un año, prácticamente había desaparecido. Ahora mismo se utiliza el espacio público de otra manera, se ve más gente en los parques, más gente en la calle; pero eso se debe a que no hay una normalidad económica; los niños no van a colegio, el transporte público va medio vacío y no hay grandes atascos de coches de momento; pero si no hay una voluntad política de hacer cambios en la ciudad, no vamos a notar cambios; y esa voluntad no existe. Vamos a ver qué se plantea en las mesas de reconstrucción, pero insisto, si se empieza planteándose el ladrillo, mal asunto. El Ayuntamiento va a contracorriente de las grandes ciudades europeas y de la UE, a pesar de la pandemia y a pesar de que aun tenemos pendiente una super multa por exceso de contaminación.