Muchos e importantes sucesos han ocurrido este verano que debemos repasar para información de nuestros lectores de Prospereando.
Por si no teníamos bastante con la pandemia del covid 19, nos rodean eventos que nos hacen recordar las 7 plagas de Egipto o el Infierno de Dante, precisamente también en el centenario este año de dicho autor.
Iremos desgranando el fruto que nos ha tocado vivir, y que nos presiona y acongoja, aunque también hubo alegrías.
Jamás en la historia se han dado el conjunto de incendios forestales que se están produciendo. Y no sólo en este país. Grecia, California, Turquía, Australia, han sido asolados por el fuego llegando en esta ocasión hasta casas y pueblos. Escuché en un programa informativo que del 80 al 90% eran provocados. Y lo que es más grave no con mala intención, sino con irresponsabilidad y dejadez, por unos factores que se vienen repitiendo en la salud, en las playas, en las noches de fiesta, etc. Parece que lo colectivo no afecta a ciertos elementos, lejos de mi intención llamarles personas, que sólo piensan en su interés egoísta, y que encima le llaman libertad. Así libertad es: tirar un cigarrillo por la ventana de un coche (a mi me ha llegado una colilla encendida tirada por un balcón en una calle de esta capital y de este barrio y no me ha dado por escasos centímetros), no importa lo seco que esté el paraje que nos rodea, o celebrar un botellón, saltándose normas sanitarias, de acercamiento, uso de mascarillas, vacunación etc., o formar masas de gentes en puertas de bares, todos sin mascarillas, fumando y bebiendo, sin dejar pasar a los ciudadanos que quieren guardar unas normas beneficiosas para todos. Esta irresponsabilidad es llamada libertad por algunos de nuestros jerifaltes (“de antaño” los llamaba nuestro Valle Inclán pero parece ser que llegaron hasta nuestros días).
Fijémonos en otros sucesos. No todos son siniestros, aunque pueden ser alienantes. Los Juegos Olímpicos. Creo que todos los participantes han hecho un esfuerzo maravilloso por sobreponer los riesgos que sucedían a su alrededor y conseguir llegar a Tokio para celebrar algo, que en principio debe ser para unir el espíritu de todos los pueblos de la tierra. Esto no siempre se produjo. Me acuerdo de esa bielorrusa que tuvo que escapar de sus dirigentes y conseguir llegar a Polonia dónde consiguió asilo político. Enhorabuena a los practicantes, siempre que no consigan que el deporte elimine cualquier otra actividad de sus vidas, y permita la unidad y solidaridad entre todos.
La vuelta de público a los estadios de futbol, a las canchas de baloncesto. Aunque sean espacios abiertos o amplios, no se ve la necesidad sanitaria de retornar a unas prácticas, cuando todavía las consecuencias de la pandemia no han terminado. En lo profundo de todo, y eso es lo que más me preocupa, no está el interés de los ciudadanos, sino el interés de las federaciones, clubes, sponsores, etc., que lo que quieren es beneficio por encima de todo, incluida la salud. Y no existe un interés puramente deportivo, pues estos eventos se ven por las cadenas de televisión, sino de puro interés capitalista.
Otros síntomas del verano es el desastre de la sanidad pública madrileña. Desastre de quién no hace nada por mejorarla, no de aquellos sanitarios que se están dejando la piel, y algunos la vida, en atender a los que tienen el derecho a ese servicio, sino a los dirigentes neoliberales que sólo buscan que lo público funcione mal para beneficio propio a través de la sanidad privada. No hablo haciendo crítica de barra de bar. Estoy en varios procesos sanitarios de revisión: oncología, fisioterapia, oftalmología, digestivo, neurología. No está mal, si no añadimos también dental y auditivo, que sólo me atienden en la privada, por carencia en la pública. Bueno, pues en algunos de estos servicios, me he encontrado que ya sólo me atienden por teléfono, y dando cita los propios médicos, no cuando tú lo puedas necesitar. Todos estos servicios que me han atendido, lo han sido por personas correctamente profesionales, y no tengo quejas de los resultados obtenidos; sólo una pequeña cosa la dilación en las consultas, varios meses, es mucho tiempo cuando tienes una enfermedad que es necesaria atender porque es grave. Y ¿por qué se producen esos retrasos? Simplemente porque falta personal a todos los niveles. Si añadimos el tiempo de pandemia, es que falta MÁS PERSONAL.
Y los ciudadanos de Madrid que sienten todo ésto, aún siguen votando mayoritariamente a los jerifaltes responsables. Esto tampoco lo entiendo.
Dos hechos más a añadir, la ola de calor y la ola de tormentas, las dos consecuencias del cambio climático. Y para que ésto se solucionara habría que llegar otra vez al confinamiento, sin aviones, trenes, coches, etc.
El otro hecho es la subida por encima de todo lo lógico y lo humano de los recibos de la energía eléctrica. Dejar en manos privadas los precios, aduciendo que son los del mercado, es una tremenda barbaridad. Nosotros somos ciudadanos y ponemos a nuestros representantes democráticos para que nos representen y nos defiendan. No se pueden poner unos precios que sean confiscatorios para la inmensa mayoría de la población. Si hay que intervenir estas empresas desde el Gobierno y el Parlamento, ¿por qué esperan tanto para hacerlo? ¿O es que como funcionan las puertas giratorias de aquellos políticos que ahora están en esas empresas, ya no se puede parar tanta iniquidad?.
He dejado para el final lo más cercano en el tiempo, y para mí, lo que me ha producido una gran pena. La guerra de Afganistán. Las mentiras que se están diciendo, las tergiversaciones y los engaños que se producen, y las verdades que se callan. Hagamos un poco de Historia, esa historia a la que no se quiere acudir porque los participantes actuales no quedarían bien parados. Afganistán ha sido un país que en 1978 eligió la senda del socialismo y la modernidad. No voy a entrar en detalles pero hubo varias cosas que se consiguieron: la igualdad entre hombre y mujer, construcción de miles de escuelas y contratación de maestr@s, estudio por primera vez de lenguas locales, aumento en un 100% de camas hospitalarias y un 50% de médicos, una reforma agraria integral con prohibición del cultivo del opio (este país es ahora el primer productor de opio con el que se produce la heroína), donde el Estado proveyó de semillas y ayudas a los campesinos, creando cooperativas, abolición del matrimonio infantil, ley de divorcio, derecho de la mujer a no usar el velo, legalización del trabajo femenino. Ante estas medidas, la burguesía rural dirigida por los terratenientes, el clero islámico, etc., es decir los sectores mas reaccionarios eligieron la vía del terror con los primeros disturbios sangrientos, asesinatos y degollamientos de maestros, de funcionarios comunistas, etc. Acaeció en Nuristán en 1978. Una de las grandes mentiras fué que la Revolución de Saur tenía patrocinio soviético. Sin embargo el Gobierno de Saur, en principio disgustó a la URSS, que tardó en reconocerlo. Los primeros países que lo reconocieron fueron Irán, India y el Reino Unido.
Los paises que se sintieron enfrentados con Saur fueron la dictadura reaccionaria de Pakistán, y EEUU. Estos combatieron desde el inicio contra el régimen de Saur. El 3 de julio de 1978, el presidente Carter, de EEUU, iniciaba el proceso de financiación y armamento de los islamistas, padres de los talibanes actuales, que combatían al Gobierno socialista afgano. Por tanto (El País, 1979) la principal oposición al régimen revolucionario afgano era el islamismo, apoyado por Occidente, el cual escuchó sus lloros, curó sus heridas, les financió, y les dio todo tipo de difusión.
Cuando hubo alguna insurrección como la de Herat en 1979. Occidente sólo condenó la “represión” del gobierno afgano a los terroristas, que evidentemente calificó de patriotas. Los muyahidines (es decir luchadores de la fe islámica) eran presentados como “luchadores de la libertad”. Durante todo 1979 los cargamentos de armas para éstos, llegaban de China, Pakistán y EEUU. Era una guerra no declarada contra la revolución de Saur. También participó como asesor y financiador de los islamistas, Arabia Saudí. Como se señalaba en un artículo de El País a inicio de 1980, la reforma agraria (recuerden ustedes la prohibición del opio) y la alfabetización eran los elementos más combatidos por los radicales islamistas. A raíz de esta escalada bélica de los atentados islamistas de Amin, contra el presidente Taraki, en virtud del tratado de amistad entre Afganistán y la URSS, y a petición del Consejo Revolucionario, la URSS acude en ayuda del país aliado. Esto sucede en diciembre de 1979.
Afganistán a partir de estos momentos sigue modernizando el medio agrario y la economía. La Industria pasa del 3% en 1978 al 10% en 1984. Este país contó con la primera mujer que llegó a ministra, Anahita Ratebzad. Durante su mandato se crearon escuelas infantiles públicas, se alfabetizó a miles de mujeres en el campo y se introducía a la mujer en el ámbito de la educación y la sanidad. Las mujeres formaron parte de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad del régimen socialista de Afganistán. Muchas de las integrantes, al ser capturadas por los muyahidines, amigos de EEUU y de otros países de Occidente, eran violadas y ejecutadas. La prensa occidental omitía estas informaciones. Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Unido, en 1981, dijo a los fundamentalistas afganos que “los corazones del mundo libre están con ustedes”. Ese mismo año se documentaron 245 atentados con bomba, 198 asesinatos por degollamiento y 2.500 muertos en otra clase de atentados. Ronald Reagan, en un alarde de actuación hollywoodiense en la Casa Blanca, se atrevió a decir “Estos muyahidines tienen en sus entrañas el espíritu de los padres fundadores de los EEUU”. Las ayudas de EEUU a estos personajes sirvieron para que llegaran al poder.
En 1988, la URSS decide retirar sus tropas. El régimen socialista afgano, pese a ello, aguantó cuatro años más. Este régimen había modernizado el país,aumentado el PIB de la industria, y aumentado el porcentaje de población urbana. Sin embargo sin la ayuda soviética el régimen afgano estaba perdiendo la guerra. Los reaccionarios apoyados por EEUU, Pakistán y Arabia Saudí estaban ganando. La igualdad que preconizaba el régimen “era contraria a la ley de Allah”
En abril de 1992, los muyahidines se hacen con el poder y acaba el régimen socialista. EEUU, España, Reino Unido lo reconocen como legítimo gobierno. Las primeras medidas fueron: fin de la igualdad jurídica, implantación de la sharia, por tanto velo obligatorio, desaparición de la mujer de los trabajos, matrimonio forzoso según la voluntad paterna, etc. etc. Es decir las “libertades” socialistas, desaparecen y se convierte en un país islámico. Se vuelve a la pena de muerte por ahorcamiento, suprimida durante 20 años y por supuesto la legalización del opio, principal en el medio rural del país. Entonces estalla una guerra entre los islamistas, los más radicales contra los menos. De los primeros nace en 1994 la milicia talibán. Ni qué decir tiene que los medios para financiar la guerra vienen del comercio del opio. Afganistán se convierte en el Estado más corrupto del mundo, aunque ésto no se pone de manifiesto en la prensa y los medios de difusión occidentales. Sólo era superado en este aspecto por Somalia.
Los islamistas menos radicales quedaron en el poder hasta éstos días. Como la guerra contra los talibanes se incrementó, resultó que los EEUU ayudaron al régimen, pero en estos días pasados, después de avisar los EEUU que no seguían allí, y que ya habían suministrado armas y ayuda suficiente para que el gobierno islámico moderado luchara contra los talibanes, resultó que la defensa no fue suficiente y que los talibanes han llegado prácticamente sin dificultad hasta Kabul y tomado el poder. En este momento encontramos una situación peor a la anterior. Y nos enteramos que todavía hay facciones como las del ISIS, más radicales y que aumentan el régimen de terror.
Lo demás se sabe por la prensa y los medios, TV, radio, pero lo que no se dice claramente, que son los EEUU, la Otan, Arabia Saudí, Pakistán, los que han promocionado este sistema, lo han apoyado con armas y técnicos y ahora se encuentran en una situación muy lamentable.
Vaya verano, ¿No?
Nota: Agradecemos al amigo Pedro López la información sobre Afganistán.