Heridos en el Hospital Militar de Madrid donde están atendiendo a enfermos y heridos durante la Guerra Civil. BNE -Biblioteca Digital Hispánica
En tiempos de guerra las necesidades sanitarias se multiplican y las provisiones del exterior suelen ser determinantes para asegurar la asistencia médica a enfermos y heridos. Por este motivo son importantes los envíos de ayuda en especie, así como también los médicos voluntarios internacionales, que ofrecen sus servicios ayudando a las plantillas sanitarias que trabajan en las zonas de guerra. Estas suelen estar exhaustas tras semanas de trabajo sin pausa en una situación de escasez, bombardeos y gran afluencia de heridos graves.
Ahora que la ocupación rusa de Ucrania ha despertado un movimiento internacional de solidaridad, vale la pena recordar a dos médicos voluntarios que decidieron acudir a España como voluntarios en plena Guerra Civil española: František Kriegel y Wolf Jungermann.
Kriegel nació en la ciudad de Ivano-Frankivsk en 1908, cuando la ciudad todavía pertenecía a la región de Galitzia del Imperio austrohúngaro. Ivano-Frankivsk, como Leópolis (actualmente, Lviv, en Ucrania) eran ciudades cosmopolitas donde habitaban varias nacionalidades en un entorno multicultural: ucranianos, polacos y una importante comunidad judía, que había destacado por sus aportaciones intelectuales, artísticas y científicas.
Wolf Jungermann. Jungermann nació en 1904 en la localidad de Dolyna, a unos cincuenta quilómetros de Ivano-Frankivsk, y ambos pertenecían a la comunidad judía de Galitzia, aunque no fueron especialmente religiosos. Su niñez estuvo marcada por la Primera Guerra Mundial, que arrasó la región tras varias batallas encarnizadas entre las tropas rusas, austrohúngaras y alemanas y, posteriormente, entre las tropas bolcheviques, rusas zaristas, polacas y ucranianas. Su infancia estuvo marcada por la guerra y la violencia.
En los años 1920 Jungermann y Kriegel crecieron en un ambiente tenso por la división de la región de Galitzia entre la Polonia independiente y la República Socialista Soviética de Ucrania, perteneciente a la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En ambos lados, sin embargo, pervivió un clima antisemita que sería determinante para el futuro de ambos.
Estudiaron Medicina fuera de su país
Las universidades locales solo aceptaban un número determinado de estudiantes judíos (el conocido como numerus clausus), de modo que Jungermann y Kriegel no pudieron estudiar Medicina en su región natal y tuvieron que emigrar. Kriegel lo hizo a Checoslovaquia, mientras que Jungermann lo intentó en varios países hasta que pudo licenciarse en la universidad de Belgrado, en Yugoslavia, a principios de los años 1930.
La crisis económica mundial que se expandió globalmente tras el crac de Wall Street de octubre de 1929 y la radicalización de los movimientos antisemitas en la década de los años 1930 llevaron a Kriegel y a Jungermann a una encrucijada vital. Ante un futuro poco halagüeño, decidieron partir hacia España.
El inicio de la Guerra Civil española en julio de 1936 fue seguido atentamente en toda Europa. Cuando en octubre de ese año se anunció la creación de las Brigadas Internacionales para defender al Gobierno republicano, miles de europeos decidieron alistarse como voluntarios. También en el cuerpo médico, el llamado [Servicio Sanitario Internacional]. Aquella llamada tuvo un especial impacto en las comunidades judías europeas, que veían cada vez más amenazada su existencia por la violencia antisemita, un proceso que tuvo a su mayor exponente en la Alemania nazi.
Kriegel asistió los heridos del campo de batalla
Huyendo de aquella amenaza que se expandía por Europa, Kriegel llegó a España el 10 de diciembre de 1936 y se incorporó a los servicios de evacuación de las Brigadas Internacionales, cuya principal misión era trasladar a los heridos y enfermos de los campos de batalla de las cercanías de Madrid a los hospitales de retaguardia de las zonas mediterráneas más alejadas del frente, en Murcia y Valencia.
El doctor Kriegel, aunque no tenía experiencia como médico militar, fue ganando méritos en los servicios de las brigadas hasta que fue promocionado, primero como director médico de Brigada Garibaldi (la brigada internacional XII) y, en agosto de 1937, como jefe médico de la división 45 del Ejército Popular de la República.
Jungermann también decidió viajar a España como voluntario, donde llegó en julio de 1937 tras un largo periplo cruzando Europa meridional, desde Belgrado hasta Portbou. Él tampoco había recibido formación como médico militar y estuvo unos meses en Albacete, donde se había instalado la sede de las Brigadas Internacionales, hasta que fue nombrado médico del hospital de evacuación de Tarancón (Cuenca), situado en un punto estratégico de la carretera que unía Madrid y Valencia.
Ambulancia del Socorro Rojo Internacional durante la Guerra Civil. BNE -Biblioteca Digital Hispánica
En aquella localidad, Jungermann sufrió un intenso bombardeo aéreo que afectó al hospital, que tuvo que ser evacuado de urgencia. Él y otro médico norteamericano trasladaron a todos los heridos del hospital a un sótano para evitar ser alcanzados por los proyectiles. A pesar de la tensión del momento y de que el hospital fue totalmente destrozado por las bombas, no hubo que lamentar muertes. Por ello, el doctor Jungermann recibió una condecoración del Gobierno legítimo.
Tras la Guerra Civil española, tanto Kriegel como Jungermann continuaron viajando allá donde percibían que la presencia de médicos era más necesaria. Ambos sirvieron como médicos de guerra en el interior de China, en el cuerpo médico de la Cruz Roja China entre 1939 y 1943.
Carles Brasó Broggi, Doctor en Historia. Investigador Ramón y Cajal, UOC – Universitat Oberta de Catalunya