Entrevista a Marta Marcos
Por Ana Iglesias
La física del CSIC en el IMEDEA-CSIC-UIB trabaja desde hace más de 20 años en la medición del nivel del mar y centra su estudio en los eventos extremos en el Mediterráneo
La investigadora Marta Marcos, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA-CSIC-UIB), es física de formación y trabaja desde hace más de 20 años en la medición del nivel del mar. Siempre se ha interesado por las ciencias de la tierra y, atraída por las preguntas que aún quedaban por resolver, se decantó por su vertiente oceánica.
A lo largo de su carrera ha estudiado una variable, el nivel del mar, que integra muchos procesos físicos, cada uno con sus propias observaciones y modelos. Su trabajo radica en conjugar todos ellos para comprender el funcionamiento del sistema. La científica acumula una experiencia interdisciplinar en todos los campos relacionados: desde la hidrografía o la paleoceanografía hasta los cambios en la gravitación terrestre, pasando por procesos que tienen lugar a escala de minutos, como los tsunamis, o uno de sus trabajos más destacados, los movimientos verticales de la corteza terrestre aplicados al nivel del mar.
La carrera de Marcos ha coincidido con “la edad de oro” de esta ciencia, que durante los últimos 20 años ha contado con la introducción de tecnologías como satélites altimétricos, sensores autónomos de temperatura y salinidad, satélites que monitorizan los cambios de gravitación en el océano o el aumento de la capacidad computacional, que mejora los modelos numéricos. En la actualida trabaja con estudiantes en la medición del nivel medio del mar a escala regional y en el análisis de eventos extremos en el Mediterráneo.
Pregunta: ¿Por qué sube el nivel del mar?
Respuesta: Globalmente, hay dos causas principales. Por un lado, la alta concentración de gases de efecto invernadero de la atmósfera hace que la Tierra absorba más calor y salga de su equilibrio. De ese calor extra, más del 90% va a parar al océano que, como cualquier cuerpo que se calienta, se expande y hace que suba el nivel del mar. Al mismo tiempo, la atmósfera también está más caliente. Eso hace que los glaciares de montaña y la superficie de las capas polares de Groenlandia y la Antártida estén perdiendo agua. Esa agua llega de forma natural al océano contribuyendo, también, a la subida del nivel del mar. Regionalmente, la subida del nivel del mar es irregular porque no todo el océano se calienta de la misma manera, las partes más calientes se expanden más.
P: ¿Cómo se calcula el aumento del nivel del mar?
R: A partir de las observaciones sabemos cuánto ha subido el nivel del mar en el pasado. Desde finales del siglo XIX hasta ahora se ha producido un incremento de entre 15 y 20 centímetros, la mayor parte en los últimos 30 años. Podemos entender los procesos sucedidos en el pasado y cuantificar cuántos centímetros son fruto del calentamiento y cuántos del deshielo, pero de cara al futuro es diferente, no sabemos cuál va a ser el estado de la atmósfera y hay que hacer predicciones.
P: ¿Cómo se realizan esas predicciones?
R: Seguimos los posibles escenarios que establece el World Climate Research Programme, que se refleja en los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Se plantean dos extremos: que se cumpla el Acuerdo de París o que haya un desarrollo extremo de los combustibles fósiles. Pero entre estos dos escenarios hay otros posibles y todos ellos sirven para que los 30 o 40 equipos en el mundo que investigamos el aumento del nivel del mar trabajemos con las mismas hipótesis y podamos comparar nuestros trabajos.
P: ¿Cuánto puede subir el nivel del mar a nivel global?
R: En un escenario intermedio, con un aumento de las emisiones, la subida estará entre 80 centímetros y 1 metro, aproximadamente, para finales de este siglo, con una incertidumbre de más/menos 20 centímetros. No se descarta que se pueda alcanzar un ascenso de 1 metro a finales de siglo. En el caso de que se cumpliera el Acuerdo de París, el incremento del nivel del mar sería de 40 o 50 centímetros.
P: El sistema tiene mucha inercia. En base a las emisiones de gases de efecto invernadero que ya se han emitido, ¿qué aumento del nivel del mar se ha comprometido?
R: La magnitud y, sobre todo, la velocidad de los cambios van a depender de las emisiones de los próximos años. No es lo mismo adaptarse a un aumento de 1 metro en 50 años que hacerlo en 300 años. Podemos construir sociedades mejores y más justas adaptándonos poco a poco. Si reducimos nuestra dependencia de los combustibles fósiles se reducirá la contaminación y quizá, incluso, se consiga un equilibrio más razonable en la geopolítica mundial, una redistribución del poder, unas energías más limpias… Necesitamos tiempo, sobre todo para educar a las nuevas generaciones.
En cuanto a las cifras, a final de siglo, en el mejor de los casos, el incremento sería de 30 o 40 centímetros, suponiendo que actúan los procesos que conocemos, como el efecto invernadero o el efecto del albedo, y que se cumple lo que el IPCC establece con un grado de confianza medio.
P: ¿Qué ocurre con los procesos que se desconocen?
R: Hay procesos que sabemos que existen, sin embargo, no sabemos cómo funcionan. Por otro lado, están los procesos que aún no sabemos que existen ni cómo funcionan. Estos últimos son los que pueden tener un impacto muchísimo mayor en términos de aumento del nivel del mar y se centran, fundamentalmente, en la respuesta de la capa antártica.
P: ¿Qué impacto puede tener el aumento del nivel del mar en la capa antártica?
R: En la Antártida, a diferencia del Ártico, el hielo está sobre la tierra. Este continente helado está por debajo del nivel del mar actual y por encima de esa tierra hay capas de entre 2 y 5 kilómetros de hielo. Este mecanismo podría desestabilizarse. A la comunidad científica le preocupan algunos de los glaciares que se han monitorizado porque se ha comprobado que van retrocediendo. Cada vez se acercan más a ese punto de no retorno en el que el hielo estaría por debajo del nivel del mar y se aceleraría la pérdida. Se han realizado simulaciones en el laboratorio, son solo hipótesis, no se ha observado en la realidad, y aunque el IPCC, en su último informe, les atribuye una confianza baja, los contempla y ofrece cifras.
P: ¿Y cuáles son esas cifras?
R: El informe del IPCC recoge un aumento del nivel del mar de 1,5 metros para finales de siglo, si bien aumentaría muy rápidamente y podría alcanzar 3 o 4 metros en el año 2300 y llegar hasta los 15 metros en 2500, en el peor de los escenarios. Esta información es relevante para los responsables de la gestión de las costas porque hay que decidir un nivel de riesgo. No es lo mismo hacer esta valoración si hay playas o terrenos agrícolas que si hay centrales nucleares o cualquier otra infraestructura crítica en la costa. En este último caso hay que prepararse para un nivel de riesgo altísimo y para eso sí que son útiles estas proyecciones de baja confianza porque, aunque no se sabe si ocurrirá, físicamente se considera plausible.
P: ¿Qué puede suponer el aumento de 1 metro del nivel del mar?
R: Puede no parecer mucho, pero es una barbaridad. Hay que tener en cuenta que desde principios del siglo XX ha subido 15 centímetros. Llevamos 10.000 años con las costas prácticamente estáticas, todo el Holoceno, lo que ha permitido el desarrollo de la civilización humana colonizando las costas. Ahora van a empezar a cambiar radicalmente. Para comprender lo que supone el aumento de 1 metro del nivel del mar basta con pensar en lo que supuso la tormenta Gloria, en enero de 2020. Batió récords de oleaje y fue muy particular porque mantuvo vientos sostenidos muy fuertes y perpendiculares a la costa durante dos días. Estos vientos empujaron el agua de la superficie, incrementando el nivel del mar en la costa durante unas horas unos 30 o 40 centímetros. Sobre ese aumento llegaron las olas que incrementaron otros 40 centímetros. La tormenta destrozó completamente paseos marítimos e infraestructuras de costa. El impacto de los episodios extremos con un aumento del nivel del mar de decenas de centímetros es potencialmente mucho mayor porque todo el oleaje llega a la costa sobre un nivel del mar más alto.
P: ¿Se modificaría también el mapa costero?
R: Con un aumento del nivel del mar de 1 metro, en la península Ibérica buena parte del Delta del Ebro quedaría sumergida y en las islas de coral de las zonas tropicales, países enteros, como Maldivas, tendrían una gran parte de su territorio sumergido permanentemente. Se incrementaría la erosión de las costas, desaparecerían playas al romperse el equilibrio de los sedimentos… Son impactos enormes. También hay ciudades construidas al nivel del agua, como Miami, que, sin que haya tormentas, tienen inundaciones varias veces al año con tan solo un aumento de 15 centímetros.
P: ¿Cómo afectan estas inundaciones?
R: El agua salada deteriora los sistemas de drenaje y el alcantarillado, el precio de las propiedades se desploma, los seguros incrementan el precio y los habitantes no se pueden mudar de la zona porque su casa ha perdido valor y no pueden venderla. Y en países como Bangladesh o Pakistán, como hemos visto este verano, muere mucha gente por las inundaciones producidas por la combinación de la subida del nivel del mar con la llegada de los ciclones tropicales. Con el aumento del nivel del mar, los episodios de inundaciones que ocurrían una vez cada siglo ahora pueden producirse una vez al año.
P: En el caso de los países más vulnerables, ¿en qué medida puede la ingeniería ayudar a paliar las consecuencias de las inundaciones?
R: Todo dependerá de las decisiones que se tomen en las próximas décadas. Estos países pueden adaptarse a una subida del nivel del mar de 0,5 metros, pero no de 2 metros. Por ejemplo, mi equipo de investigación ha trabajado en colaboración con el gobierno de Maldivas para ofrecerles ciertas herramientas para priorizar las inversiones porque el país tiene 1.100 islas habitadas, aproximadamente, y no puede protegerlas todas. Hay que tomar decisiones difíciles. En Malé, la capital, hay una densidad de 20.000 habitantes por kilómetro cuadrado, de las más altas del mundo. La isla está rodeada con diques para evitar inundaciones. Pero en ocasiones, los consejos científicos no son tenidos en cuenta por los políticos. Hicimos un estudio de una zona de uno de los atolones de Maldivas donde se quería construir un aeropuerto. Nuestra conclusión fue que no se podía construir por el riesgo de inundación y propusimos otra zona. Poco después de su construcción se había inundado.
P: ¿Es más vulnerable la región mediterránea al aumento del nivel del mar?
R: El Mediterráneo es un punto caliente del cambio climático. En términos de aumento del nivel del mar, el Mediterráneo no es diferente del Atlántico. En cambio, sí lo es porque es una zona sin mareas en la que estamos acostumbrados a tener la línea de costa fija. Además, hay una densidad de población más alta que la media global, con grandes ciudades, y es una zona donde hay mucho turismo ligado a actividades recreativas en la costa. La importancia de las playas a nivel socioeconómico es altísima. Las playas, sobre todo las urbanizadas, no tienen capacidad de adaptarse a la subida del nivel del mar y, en cierta manera, muchas están condenadas a desaparecer.
P: ¿Qué otros procesos, aparte de la subida del nivel del mar, pueden desencadenarse si se acelera la pérdida de hielo?
R: Por ejemplo, la pérdida de hielo del ártico (que no contribuye al aumento del nivel del mar porque es agua que ya está en el océano, a diferencia del de la Antártida) tiene un efecto en la reducción del hábitat de los ecosistemas helados y en el albedo. El albedo es la capacidad que tiene una sustancia para reflejar la luz del sol. El hielo tiene un albedo muy alto. Eso significa que cuando hay hielo y llegan los rayos del sol, más del 90% se refleja. Si el hielo desaparece, el océano no tiene tanto albedo, entonces se da un efecto de retroalimentación. El océano se calienta más porque absorbe más cantidad que si hubiera hielo y eso hace que se derrita más rápido.
P: Se habla de puntos de no retorno, ¿qué son y cómo se sabe si se han rebasado?
R: Hay cuestiones que desconocemos. La pérdida de hielo es mucho más rápida que la recuperación, sin embargo, no está claro cuál es ese punto de no retorno. En Groenlandia estaría entre un aumento de 2 y 4 °C, pero no se han alcanzado los 2 °C, sino 1,2 °C. Todavía estamos a tiempo de parar todos los procesos, no hay ninguna evidencia de que estemos en un punto de no retorno y sí las hay de que manteniendo un incremento de temperatura por debajo de 1,5 °C para final de siglo, como marca el Acuerdo de París, podemos mejorar mucho nuestras expectativas. Hay que evitar esos cambios bruscos que nos obligarían a adaptarnos en menos de una generación. Eso, si ocurre, será lo dramático.