Ayer fue tarde familiar y de juegos de mesa. Nos pasamos un buen rato jugando al Trivial hasta que nos tocaron dos preguntas seguidas de color verde. La sección de Ciencias y Naturaleza, nuestra favorita. ¿Cuál es el órgano más grande del cuerpo humano? ¿Qué carotenoide es responsable del color amarillo del maíz?
Dos preguntas que parecían inconexas pero que en realidad están muy conectadas.
1º respuesta: La piel, nuestra primera barrera de protección
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y tiene una importancia trascendental. Cumple muchas funciones, entre las cuales está la de servirnos de barrera. La piel es la primera línea de defensa contra los factores de estrés ambiental, es nuestra cubierta externa, separa el organismo del medio ambiente, y a la vez lo conecta. La piel impide el ingreso de sustancias nocivas o microorganismos patógenos al interior y se encarga de regular la temperatura corporal. Nos protege.
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A medida que la piel envejece, la cantidad y el tamaño de las células disminuye y se vuelve más fina debido a una reducción constante del colágeno, elastina y ácido hialurónico. Por ello, la piel pierde su eficacia como barrera protectora y la regulación de la temperatura es menos eficiente. Los signos visibles del envejecimiento de la piel son las manchas, las arrugas y los vasos dilatados, entre otros.
Si esto le ha preocupado, hay buenas noticias, ya que sólo una tercera parte del envejecimiento de la piel está determinada por nuestros genes y relacionada con el paso del tiempo. El resto se debe a factores ambientales externos a los que estamos expuestos, que se pueden controlar o modificar.
Entre los factores externos, el sol es la causa principal de los signos visibles asociados al envejecimiento. No tenemos más que comparar la piel de nuestras nalgas con la de nuestra cara, que está sometida a diario a la radiación solar. Otros factores, como la contaminación ambiental, los tóxicos (como el tabaco), el estrés y la falta de sueño aceleran el envejecimiento y empeoran las enfermedades inflamatorias de la piel.
Sin embargo, una dieta rica en frutas y verduras retrasa los signos del envejecimiento y mejora el aspecto de la piel, y es aquí dónde queremos detenernos en este artículo.
2º respuesta: La zeaxantina, el carotenoide responsable del color amarillo del maíz
Los carotenoides son pigmentos naturales de color amarillo, anaranjado y rojo sintetizados en todos los organismos fotosintéticos y en algunos hongos. Los encontramos en frutas y verduras como el maíz, la zanahoria, el tomate, el mango o la lechuga. De hecho, la zeaxantina proporciona el color amarillo a la mazorca de maíz. Son moléculas de 40 átomos de carbono con dobles enlaces conjugados. Una estructura química confiere a los carotenoides propiedades espectroscópicas, y por lo tanto el color.
Los carotenoides son fundamentales para la supervivencia vegetal y el funcionamiento de las plantas, ya que intervienen en la absorción de la energía para realizar la fotosíntesis, pero también protegen al aparato fotosintético de los daños ocasionados por las condiciones ambientales (protección frente a la radiación y defensa antioxidante). Además, se han identificado como moléculas de señalización en plantas y se les atribuye un papel clave en la interacción de las especies vegetales con el ambiente.
Los carotenoides tienen funciones paralelas en las plantas y en nuestro cuerpo
Los carotenoides de las plantas son nuestras vitaminas y antioxidantes. Tres especies de artrópodos biosintetizan carotenoides (debido a la transferencia lateral de genes de los hongos), pero el resto de las especies animales requieren una toma externa. Estos carotenoides se acumulan en órganos como el tejido graso, el hígado y la piel. Los carotenoides son compuestos versátiles con múltiples funciones, tanto en las plantas como en los animales. Un ejemplo de estas funciones es la protección frente a las especies reactivas de oxígeno, que en exceso pueden dañar las estructuras celulares y causar estrés oxidativo.
En las plantas, esto ocurre cuando la energía disponible para la fotosíntesis es mayor que la que la planta puede usar. En este contexto, los carotenoides actúan como “gafas de sol” protegiendo a la planta cuando la energía luminosa es demasiado elevada, convirtiéndola en calor.
En cuanto a los animales, los carotenoides protegen tanto la visión como la piel. En la piel, al igual que en las plantas, tienen efecto antioxidante y protegen frente a la radiación ultravioleta. Por ejemplo, la zeaxantina, el carotenoide responsable del color amarillo de la mazorca de maíz, proporciona protección contra el efecto dañino de los rayos ultravioleta. De hecho se ha demostrado que la inflamación y la aceleración de la división celular en respuesta a la exposición de los rayos UV mejora con la zeaxantina de la dieta. Es necesaria una dieta rica en frutas y verdura, y además con muchos colores para evitar los signos visibles del envejecimiento y mantener la salud de la piel.
El concepto de “una sola salud”
El concepto de “una sola salud” se introdujo hace ya dos décadas para nombrar el hecho de que la salud humana, la salud animal y la salud de los ecosistemas está interconectada. Las plantas son una base importante de nuestra salud, y mantener la biodiversidad es asegurarla, en el presente y en el futuro. Lo dijo el célebre biólogo norteamericano Jonas Salk: “No hay salud humana sin salud planetaria”.
Publicado previamente en The Conversation
Profesora de Fisiología Vegetal, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Sara Esteban Terradillos
MEDICA- ESPECIALISTA EN DERMATOLOGÍA, Osakidetza – Servicio Vasco de Salud