Uno de los principales escollos con los que nos encontramos en esta España, en relación con el acceso a la cultura, es la falta de formación e información de las partes para potenciar los necesarios espacios de creación escénica. Sí, ciertamente las administraciones de cualquier nivel y proximidad al ciudadano han confiado en que estos, los ciudadanos, les importa muy poco la relación con la cultura. La vinculación con la cultura de cercanía no suele pasar de anecdótica; en actos escolares, en centros culturales …, no suelen dejar rastro.
Los gestores culturales suelen brillar por su ausencia en los espacios públicos de proximidad, sus encargados son funcionarios municipales sin formación previa, que hacen y deshacen, organizan y desbaratan a su antojo y sin un proyecto basado en las necesidades del público al que deben programar las actividades; pueblo, barrio o distrito. En principio sabemos por experiencia que los centros culturales municipales no suelen estar equipados para acoger actividades escénicas de cierto calado, son solo un escenario y un patio de butacas bajo unas luces. Un trampantojo más de la administración, en estos espacios no se puede clavar un clavo, los accesos para llevar a cabo el montaje de la escenografía de una obra no son los adecuados… En resumen, las administraciones de proximidad no están concienciadas para poder ofrecer un interesante e inclusivo abanico de ofertas escénicas, por tanto, es muy difícil que puedan, los gestores culturales externos, llevar a cabo montajes inclusivos.
Hasta el momento, los eventos culturales que se ofertan a pueblos, barrios y distritos parecen ser algo graciable, una especie de premio o estímulo que estas administraciones de cercanía otorgan a los vecinos. Un capricho, un mimo. Es por ello por lo que las administraciones municipales no suelen cuidar ni la accesibilidad a las salas para los vecinos con diversidad funcional ni los espacios correspondientes a las compañías que cuentan entre sus intérpretes con personas con diversidad funcional. Como ya hemos comentado en otras piezas, las administraciones viven de espaldas a la realidad social y sus necesidades. Hay una raquítica inclusión social en las Artes Escénicas, a pesar de las normas que avalan esta inclusión y que en otro momento comentaremos con mayor amplitud.
Por tanto, a fin de iniciar esa mejora, se deberían rediseñar los Consejos Municipales de Cultura para hacer viable la inclusión y desarrollo de esta normativa en todos los espacios municipales dedicados a las AA EE (teatros municipales, centros culturales, auditorios…) Para ello sería necesario abrir un espacio en estos Consejos a la cultura de proximidad o barrial.
A fin de valorar los avances y detectar las necesidades convendría, como primer paso de esa necesaria gestión dedicada a la inclusión de personas a ambos lados de la escena, la creación de un Observatorio sobre la inclusión en las AAEE. En el que, además del desarrollo de la igualdad, es decir, llegar al 40% de eventos culturales en los que hubiera dirección, escenografía, autoría, interpretación… femeninas, de igual forma, se analizaran, de un lado los eventos de inclusión desde la parte artística y de otro las necesidades de las salas a ambos lados de la escena. Ello conllevaría, con total seguridad, un acercamiento de todos los vecindarios de la sociedad a la cultura.
No solo hay que valorar los espacios, también los horarios. Para integrar a toda una comunidad barrial o distrital deberían conocerse las edades de los usuarios y los horarios de estos. Es raro ver en los días de invierno a personas de más de 70 años por las calles, en cambio las mañana las inundan. Ello nos daría un indicativo de los horarios más idóneos para llevar a cabo los eventos culturales, abarcando así a las personas que trabajan en horarios de tarde.
Para poder gestionar esto con capacidad, lo primero que se debería crear es una RED CULTURAL INCLUSIVA, donde las compañías dedicadas a la inclusión puedan acceder a los distintos espacios escénicos para poder desarrollar su actividad laboral. Para ello deberá existir el compromiso previo de ayuntamientos para la adaptación de escenarios, patios de butacas, camerinos, horarios… para que, así, se lleve a cabo la inclusión efectiva de artistas y públicos. Sin dejar atrás la potenciación de la creación de personajes con diversidad funcional. Entonces será el momento de pensar que vamos por el buen camino en la integración de la sociedad, y solo entonces.