Si algo debiera de estar prohibido en el teatro clásico son las versiones. Lo siento, pero al final estoy más perdida que una alcachofa en un casino. Pensad que vais al cerrajero y os hace una versión de la llave, ya no es la misma que le llevasteis, es una versión… O que os parecería ir al fisio con una tortícolis y una nueva versión del masaje va directamente al juanete derecho. Una ridiculez, ¿verdad?
Me explico: Para los revisionistas los personajes escritos por Sófocles son como peones de ajedrez. De esta forma hay quien encuentra en Creonte al gobernante justo que hace cumplir la ley por el bien de los ciudadanos. En cambio, para otros, yo entre ellos, pensamos que las leyes no consensuadas restringen el derecho individual y vulneran el común.
Creonte preside la ciudad porque mis hermanos murieron, ¿pero, y no hay otra posibilidad? ¿lo admiten por inercia o lo necesitan?
¡No, Antígona, eres pérfida!
Odias el poder establecido, el edicto aprobado porque te ha traído hasta esta cueva y ahora dudas si suicidarte. ¿Soy víctima de la tiranía o verdugo de la democracia? Me lo pregunto muchas veces y no es culpa mía esta indecisión, todo depende de la opción que adoptan los que me versionan. Si son proclives al dictado, aceptan a Creonte como un rey justo, en cambio si mi voz se levanta contra la injusticia y la iniquidad, quienes me versionan me hacen una mujer con criterio que lucha contra la soberbia y la tiranía.
Es de locos, yo soy una u otra persona dependiendo del revisionista. ¡De locos!
Pero ahí no radica todo el problema. Me surge una pregunta: En una ciudad donde en sus escuelas no se enseña el pensamiento crítico, salvo el que afecta a las curias: iglesia, milicias y jueces y solo se defienden sus valores tradicionales como, familia tradicional, patriarcado tradicional, sexualidad tradicional, justicia tradicional, – aunque este en contra las leyes internacionales- y religión mayoritaria, ¿dónde está la seguridad del pueblo? Solo los miedos y la comunicación sesgada pueden forjar opinión.
Me resulta gracioso, las masas conservadoras son proclives a la destrucción del medio ambiente dicen: El medio ambiente no está enfermo, es que tiene su carácter…, mientras, los que están a favor del progreso el ciberespacio defiende el poder respirar aire limpio. ¡De locos!
La sociedad se basa en unos principio pautados por los vencedores. Todos los principios de los perdedores se ilegalizan. Para algunos yo fui la vencedora porque gané al tirano, me ahorqué. Para otros el sátrapa gana porque impone el orden. Un orden lleno de muertos.
Es curioso, unos versionan el texto mostrando el fervor del gobernante por el bien común, mientras que otros apuntan solo al obsceno yugo. Es posible que unos autores vean un espejismo y otros se escondan en una ficción. En el fondo solo ven lo que quieren ver sus conciencias,
Nunca sé dónde empieza y termina el decorado de la función y la burla hacia los personajes, somos títeres, nuestras frases tienen uno u otro sentido según las intenciones de quien nos modela. En el fondo podemos ser solo un fin propagandístico para succionar el seso de ciudadanos sin una educación crítica. ¿O tal vez soy yo la que no entiendo lo que pretenden hacer otros conmigo?
El teatro al servicio de las élites gobernantes mientras que los súbditos, perros flacos de mentalidad de adobe, aceptan sumisos. Ninguno de ellos se pregunta por el posible cambio en el poder. ¿Dónde está la libertad de elección? Nosotros, los personajes, somos una estrategia más para impedir que eso ocurra
Se ríen de los súbditos de todas las formas. Distorsión de la realidad, solo eso, somos como la ampulosidad de la palabrería en los mítines y los medios, puede con los hechos contrastados. Nadie reflexiona, solo escucha aquello que quiere oír y nadie se molesta en comprobar el aserto mentido. Sus versiones se hacen únicas y nadie comprueba si es así. El pueblo es un conjunto de aceitunas sin hueso, vacías
Querido espectador, no todo es la puesta en escena: iluminación, vestuario, la voz, el elenco… hay un texto, un subtexto que analizar, sin orlas ni guirnaldas, frente a frente con lo que expone el autor. Por tanto, todo dependerá de tu lectura, de tus apreciaciones y no de aquellos que te intentan orientar. Puede ser nefasto para tu espíritu y dislocarte tu realidad.
Aquí lo dejo, no quiero polemizar… Solo deseo saber dónde me encuentro yo y donde los demás.
Solo quiero saber si Antígona puede estar en un ágora, un espacio abierto que infunde libertad o en un teatro italiano, cerrado, hermético, como una celda de clausura… Y eso depende de vosotros, queridos espectadores, de vuestras neuronas, si están abiertas al ágora o enclaus…taradas en una hermética celda.