El sábado 13, muchos madrileños salieron a la calle a clamar por el reconocimiento y búsqueda de soluciones para la emergencia de alojamiento que tiene la ciudad. La participación fue masiva y, aunque no hay un acuerdo sobre el número de manifestantes, sí que puede cifrarse en unas decenas de miles de personas. Un éxito. Predominaron los jóvenes, pero también se veían personas mayores y, eso sí, pocos inmigrantes, ya que, a pesar de ser uno de los grupos más afectados, no parece que se sientan empoderados para protestar.

La cuestión de la vivienda recoge muchos problemas que requieren soluciones múltiples, para que los ciudadanos puedan disfrutar de una vivienda digna. Todos ellos son causa de una “crisis” estructural, y permanente, que desde 2008 se ha profundizado, convirtiéndose en un problema que ya reconoce la opinión, consciente de la necesidad de soluciones rápidas, por difícil que pueda parecer.

En las entrevistas de los medios a los participantes, se manifestaron situaciones problemáticas diversas como: situaciones de mal alojamiento (infravivienda, bloques que se agrietan, Cañada Real…), el difícil acceso al alquiler para los grupos sociales que no pueden (ni quizás querrían) adquirir una vivienda en el mercado, los inquilinos precarizados con salarios y pensiones desbordados por los alquileres especulativos, sin olvidar a los excluidos como son los sin techos y los desahuciados, o los pisos patera ocupados por varias familias y los que comparten habitaciones.

Los partidos de derechas dicen que eso lo resuelve el mercado si se facilita y subvenciona la oferta y la nueva construcción, pero históricamente no ha sido así, la prueba mas reciente fue el boom de la primera década del siglo en el que se construía mas que en todo Europa y se dispararon los precios hasta que la crisis de 2008 hundió la economía del país y de muchas familias.

La izquierda gobernante ha conseguido que se promulgara una Ley de Vivienda el año pasado con algunas aportaciones, especialmente para la regulación del alquiler, pero que las CCAA gobernadas por el partido popular se niegan a aplicar; y con una derecha mercantilizada no cabe alcanzar consensos para buscar soluciones a los problemas que el mercado no puede resolver. En todo caso ley incompleta incluso en materia de alquiler, porque no regula los alquileres de temporada, de habitaciones ni turísticos.

Mas grave es la falta de una política integral de vivienda que cambie distintas políticas: la utilización del suelo público que las administraciones y empresas públicas venden para hacer caja en vez de destinarlos a hacer ciudad y especialmente vivienda en alquiler, la falta de una financiación adecuada para crear un parque de vivienda publica (con acuerdos con propietarios y compras más que mediante nueva construcción), la transformación de la fiscalidad que ahora impulsa la acumulación de propiedades por sectores pudientes y rentistas (subiendo considerablemente los impuestos sobre las viviendas que no se usan como residencia familiar, y dejando de subvencionar la construcción de viviendas que con el tiempo se permiten vender a precio de mercado libre), o topando los alquileres (como se hace con otros productos que satisfacen necesidades básicas) y gravando los rendimientos obtenidos por los rentistas, que ahora solo cotizan en el IRPF por la mitad de la renta.

Hay mucho que hacer, pero no se hace. Por eso los convocantes de la manifestación dicen que “se ha acabado el tiempo de los políticos”, porque ya están hartos de la inacción y la acción inútil por parte de los partidos políticos; por eso, es el tiempo de que las movilizaciones populares exijan al Parlamento y a los partidos que se pongan las pilas e impulsen politicas efectivas basadas en medidas que atiendan las necesidades sociales, mal que les pese a los defensores de la “libertad” de la propiedad privada y los inversores, tanto grandes grupos inmobiliarios como pequeños rentistas.

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