Hoy me despierto con ganas de escribir, o lo que viene a ser lo mismo: con ganas de vivir. Ha sido una noche plácida, sin sobresaltos, lo que me anima a afrontar el día con sosiego y hasta con entusiasmo.
Las banderas negras se aproximaban. En cuatro días llegarían a la aldea. Avanzaban sin encontrar resistencia. "Vete Omar, vete, el destino de los pobres es huir", le decía su madre muchas veces.
Cuando escuché el sonido del timbre estaba tumbado en tu cama, sin dejar de mirar el poster que tenías de David Bowie. Abrí la puerta de entrada.
Cuando mi madre le contaba a mi padre, que un ángel le dejó una semilla mientras estaba dormida y se produjo el milagro, se quedaba estupefacto. Hay que reconocer que fabulando era muy buena.